[Guía de principiantes]. Es la obra más importante de Chang Tsai llamado también con el nombre de su ciudad natal, Chang Hong-ch’ü (1020-1077), uno de los cuatro más grandes filósofos chinos de la dinastía de los Sung (960-1279).
En la metafísica sostiene que existe un «T’ai-hsü» (Gran Vacío) diferente del «Wu-hsin» (los cinco elementos) y del «Yin y Yang» (principio femenino y principio masculino) de Chou Lien-hsi (v. Chou Tzu Ch’üan Shu), que condensándose produce los seres y expandiéndose los hace desaparecer. Como en el «T’ai-hsü» están comprendidos dos «Ch’i» (espíritus) de Yin y Yang los cuales, moviéndose con cierta armonía, producen los seres, la actitud de Chang es también diferente de la tesis de los Ching (v.), pues sostiene que el uno produce el dos; del dos procede el cuatro, del cuatro procede el ocho, etc. En el mundo fenoménico no existe por tanto verdadera creación ni aniquilamiento; los fenómenos no aumentan ni disminuyen desde el punto de vista de la sustancia. La teoría no se concilia con Lao Tzü, que asegura que «las cosas del mundo nacen del ser, y el ser procede del no ser» (v. Tao Té Ching), ni se concilia tampoco con el punto de vista idealista de los budistas.
Pero el no ser de Lao Tzü no es la negación absoluta del ser, sino sólo un ser innominado e indefinible; no se puede por tanto asegurar que el «T’ai-hsü» de nuestro filósofo no tenga propiamente nada que ver con aquella «oscuridad de la oscuridad» que, según Lao Tzü, «es la puerta de todo lo recóndito». La creación se llama «Shenhua», esto es, mutación divina, cuyo principal objeto es la formación de los dioses o espíritus, en tanto que los fenómenos del universo son los resplandores de la creación. La ética de Chang se deriva de la metafísica: estando nuestra virtud unida con el cielo y con la tierra, concuerda naturalmente con lo que se debe hacer en el universo. Como el «T’ai-hsü» es la madre de todos los seres, los hombres no sólo deben ser hermanos unos de otros, sino también hermanos de los otros seres: es la misma conclusión a que llega Confucio (v. Lun Yü). Según nuestro filósofo la naturaleza humana es tan variable como la variedad de los seres a causa de la diversidad de unión de los dos «Ch’i» del «T’ai-hsü». Es sabio todo el que posee un «Ch’i» más puro y delicado; por eso puede identificarse sin gran esfuerzo con la naturaleza celeste, de la que a su vez participan los hombres.
Así, en la naturaleza humana encontramos dos elementos, el uno universal, «a priori» bueno e igual para todos; el otro particular, bueno o malo según la manera de unirse de los «Ch’i». Por tanto la autodisciplina comprende dos aspectos: exterior e interior; el primero de los cuales consiste en la práctica de los ritos (v. Li Chi), el otro en el conservar el vacío de la mente, esto es, en rechazar todo el saber, abstracto, o empírico para purificar a la verdadera naturaleza. La doctrina de nuestro filósofo puede a primera vista parecer en desacuerdo con las otras doctrinas, pero en sustancia es una síntesis original de ellas y como tal, se la considera una de las principales teorías filosóficas de su tiempo.
P. Siao Sci-yi