Destinados a la enseñanza de los niños, tienen además, un valor histórico y documental como libros «simbólicos», expresiones autorizadas y normas de la fe evangélica. Son dignos de recordar, sobre todo el Pequeño y el Gran Catecismo, de Martín Lutero (1483-1546), publicados en 1529, el segundo destinado a los profesores de religión. Exponen el decálogo («lo que debemos hacer»), el credo («lo que hace Dios por nosotros»), el Padrenuestro, el Bautismo, la Cena del Señor, con una exhortación a la confesión. Para la confesión reformada (calvinista), se debe citar el Catecismo llamado de Heidelberg, la ciudad del Palatinado donde fue publicado en 1563 por obra de dos jóvenes teólogos: Kaspar Olewig (Olevianus) (1536- 1587) y Zacharías Baer (Ursinus) (1534-1583). Está dividido en tres partes, que tratan de la miseria del hombre, de la redención en Cristo y de la gratitud de los redimidos, la cual se expresa en la obediencia a la ley divina.
G. Miegge