Conjunto de poesías del poeta arábigo-español Abü Bakr Muhammad ibn Quzmán (hacia 1080- 1160). Se trata de una colección de 149 zéjeles, es decir, de un tipo de poesía en árabe que, a diferencia de la clásica, es estrófica y está escrita en árabe vulgar o dialectal (eso la distingue de la muwassaha, también estrófica pero cuyo texto está en árabe clásico o literario). Las poesías constan de varias estrofas, cada una de las cuales está integrada por un número variable de versos, de 4 a 12, y por un estribillo, que ha de tener la cualidad de ser muy atrayente para despertar la atención del pueblo a quien iba dedicado. De los numerosos esquemas que aparecen en el Cancionero el más sencillo es del tipo aa bbba ccca, etc. La poesía de Ibn Quzmán es todo lo contrario de la rigidez y amaneramiento de la poesía en árabe clásico. El autor era culto y conocía bien los poetas árabes; se vale de sus temas, pero les añade algo vivo? con gracia y espontaneidad: los deforma, caricaturiza e ironiza sobre los temas más serios, incluso el amor y la religión. No se recata en decir que prefiere el amor libertino al ’udrí (platónico), en describirnos tertulias de borrachos, pero sin eufemismos, en explicar chistes desvergonzados y procaces, anécdotas, etc. No es un poeta adocenado, sino «una voz en la calle», un poeta callejero, que corretea por las ciudades, observa: refiere escenas de mercado, pinta juglares pedigüeños vendedores de muías, disputas en las tiendas; y pide: dinero, pan, camisas, forraje para caballos, alimentos, etc. Asimismo, comenta, siempre con ironía, sucesos políticos y sociales, y viene a ser una «especie de anticipado periodismo poético».
Se trata, en suma, de una poesía viva, alegre, atractiva, que refleja un ambiente disoluto, pero que gozó del favor del público, cantándose por las calles, entonada por juglares, mendigos o gente del pueblo; escrita en lengua vulgar de Córdoba — una de las pocas fuentes de que disponemos para conocer ese dialecto —, entremezclando palabras del dialecto romance hablado o al menos conocido por las gentes. Pero lo que debe destacarse es que además de ser ágil e interesante, Ibn Quzmán era un buen poeta, con aciertos líricos, según puede apreciarse, por ejemplo, en su célebre zéjel de los diminutivos. Su Cancionero es importante para la historia literaria y para conocer las costumbres populares de la época. Edición en caracteres latinos y traducción parcial en castellano por A. R. Nykl, con el título El cancionero del Seih, nobilísimo visir, maravilla del tiempo, Abu Bakr ibn cAbd al-Malik Aben Guzmán (Madrid, 1933). Otros poemas han sido traducidos por Emilio García Gómez, en sus Cinco poetas musulmanes. Biografías y estudios (Madrid, 1944), páginas 141-167. Edición de un nuevo fragmento y traducción alemana por Ritter y Hómbach, en la revista «Oriens», V (1952), páginas 269-301.
D. Romano