Bustan, Sa’dí

[El jardín]. Poema persa en diez libros de Sacdí [Abd Alláh ibn Musllh al-DIn Sacdí, 11849-1291?], compuesto en 1256. Consta de casi cuatro mil dísticos en metro épico de origen árabe llamado «mutaqárib» similar en el ritmo a dos senarios acoplados en el último agudo, y con los he­mistiquios rimando entre sí. El primer libro trata del arte de gobernar; el segundo de la caridad hacia el prójimo; el tercero del amor; el cuarto de la humildad; el quinto de la tolerancia de los defectos ajenos; el sexto, del saberse contentar con el propio estado; el séptimo de la educación; el octavo de la gratitud; el noveno del remordimiento y del arrepentimiento, y el décimo de la elevación del espíritu hacia Dios me­diante la plegaria. Sacdl se vale de breves y agradables anécdotas para exponer ense­ñanzas religiosas y morales. Su habilidad como narrador es superior a la de escritor místico o gnómico, por lo cual, si algunas veces resultan prolijas sus disertaciones fi­losóficas, no lo son nunca los episodios con que las ilustra.

Esta obra, compuesta, como el Jardín de rosas (v.), al final de una exis­tencia aventurera que permitió al autor conocer a fondo, a través de largos viajes, los hombres y las cosas, extrae de la vida real la esencia de su moral y está impreg­nada de la bondad que invade el ánimo de quien ha alcanzado por fin un puerto tran­quilo, con la conciencia serena. En espe­cial, es eficaz el episodio del rico que sufre por la miseria extrema del pueblo durante una carestía y el del asceta que llorando reparte su pan con un viejo vagabundo. En una anécdota se narra cómo el oro corrom­pe la mente, incluso a los cuerdos; pero el cuerdo se corrige al ver un sepulcro. Es hu­manísimo el fragmento que expone la alegría de un hombre por la muerte de su enemigo y la piedad que llena su corazón cuando, descubierta por odio su tumba, encuentra el cuerpo roído y putrefacto. Un episodio difiere de los demás por el argumento y más aún por el espíritu que le anima: aquél en que Sacdl narra que descubrió el truco de un ídolo en Sumnata, en la India, y mató al brahmán culpable del engaño, porque hubiera podido denunciarle. Aunque en esta obra Sacdi se aproxima a los demás escri­tores persas morales y místicos, se distin­gue de ellos por la universalidad de sus principios, por la viveza de las anécdotas y por el profundo conocimiento de los he­chos y del corazón humano, que hacen de él un eficaz expositor de las costumbres y de los hombres de su época.

G. Lupi