[Brutus]. Tragedia de Voltaire (François Marie Arouet, 1694-1778), representada por primera vez en París el 11 de septiembre de 1730. Pone en escena el famoso episodio de Bruto el Mayor que, siendo cónsul de Roma después de la expulsión del último rey Tarquino el Soberbio, se ve obligado a sentenciar a sus propios hijos, Tito y Tiberino, culpables de alta traición a la república recién fundada y, sofocando el sentimiento paterno, les condena inexorablemente a muerte, según justicia. El episodio, bastante celebrado ya por el clasicismo republicano del Renacimiento, ofreció también asunto a la casuística jesuítica que disertó sobre el conflicto entre sentimiento y deber. Voltaire inserta en la trama históricolegendaria un episodio de su invención, el amor de Tito, protagonista de la tragedia, por Tulia, hija de Tarquino y prisionera en Roma. El autor, en el discurso introductor a lord Bolingbroke, trata de justificar la introducción de un tema amoroso entre otros solemnes y graves, como «la austera virtud del senado romano y la política de un embajador», es decir, de Arón, enviado por Porsena, que trata de suscitar en Roma un movimiento favorable a Tarquino. En verdad, según la intención de Voltaire, el amor en esta tragedia no está como frívola galantería, sino que constituye el móvil supremo por el que Tito, gloria de los ejércitos republicanos y de la patria, agitado por su pasión fatal por Tulia, se precipita a la traición, siente la vergüenza y sufre, aun antes de la condena, mil muertes por los remordimientos que inexorables agitan y sacuden su conciencia. Sólo que, aun no mereciendo la acusación de incoherencia, la obra no alcanza el fervor de la verdadera poesía. No es mucho más que un documento literario sobre el éxito de las antiguas leyendas romanas en la edad moderna.
E. Cioni
Voltaire, en sus momentos mejores, jamás se eleva por encima de un escolar que escribe hexámetros al estilo de Virgilio; en sus momentos peores merecería azotes. (Strachey)
* En la figura del cónsul romano está también inspirada la tragedia en verso libre, en cinco actos, Junio Bruto [Giunio Bruto], del abate paduano Antonio Conti (1677- 1749), publicada en 1743. Sobre el mismo argumento, Conti conocía dos tragedias, una inglesa de autor desconocido y el Bruto de Voltaire. El escritor sigue, para su narración, a los historiadores, antiguos y en especial a Livio y a Plutarco. Destronados los Tarquinos, Junio Bruto hace jurar a los romanos un amor eterno a las libertades republicanas. Entre tanto los Tarquinos consiguen, para tratar de algunas cuestiones, enviar oradores a Roma. Pero éstos conjuran en favor de los destronados y atraen a muchos nobles y plebeyos, entre los cuales se encuentran los hijos de Bruto, Tito y Tiberio. En un banquete se hacen preparativos para hacer entrar al rey expulsado, pero un esclavo revela la conjuración. Junio Bruto libera entonces a los oradores de Tarquino, dada su calidad de embajadores, pero inflexible hace condenar a muerte a sus hijos: desnudos y azotados con vergajos, han de ser decapitados. Asiste al suplicio. Son vigorosos en la obra de Conti los caracteres de Junio Bruto y de Vitélia. Hay ya, en conjunto, en el choque de las situaciones psicológicas, algo que preludia el Bruto Primero (v. más abajo) de Vittorio Alfieri, que fue la interpretación más eficaz de este tema en el plano de la tragedia oratoria.
C. Cordié
* Imaginada en 1786 y compuesta al año siguiente, al mismo tiempo que Bruto segundo (v.), casi en lucha con Voltaire, la tragedia en cinco actos Bruto primero [Bruto primo] de Vittorio Alfieri (1749- 1803) parece, más que una obra poética, un gran espectáculo teatral ofrecido a un pueblo revolucionado para exaltar sus sentimientos e incitarlo a la acción. Ésta sigue con aires de crónica la narración de Livio: desde la muerte de Lucrecia y la rebelión del pueblo romano, capitaneado por Bruto (v.) y por Colatino, contra Tarquino, hasta la fundación de la república, la conjuración en favor del rey destronado y la condena de los conjurados, entre quienes están los hijos de Bruto. El poeta ha procurado sobre todo componer algunas grandes escenas de conjunto en las que participa el pueblo y en las cuales domina la última, la del suplicio de los conjurados, conducidos a la muerte ante los ojos de todo el pueblo romano y del cónsul Bruto, el desgraciadísimo padre. La tragedia está dedicada (y la dedicatoria expresa el espíritu con que se compuso) «Al hombre preclaro y libre, el general Washington», a quien el autor exalta por haber dado a su gloria una «base sublime y eterna», «el amor a la patria demostrado con hechos».
M. Fubini
En una sociedad empelucada y empolvada, que alegremente declamaba tiranía y libertad, se toma en serio la vida y no se resigna a vivir sin algún fin, se toma en serio la moral y a ella acomoda rígidamente sus actos, se toma en serio la tiranía y se estremece y se debate ante sus abrazos, maldiciendo y amenazando, se toma en serio el arte y anhela la perfección. (De Sanctis)
* También en las artes plásticas la figura de Bruto ha sido representada varias veces: se recuerdan entre las obras más célebres el busto de Bruto de Miguel Ángel y el cuadro Bruto de Jacques-Louis David (1748-1825).
* Algunas óperas se han inspirado en el héroe romano; citaremos un Bruto de Johann Ernst Gaillard (1687-1749), representado en alemania en 1745; un Giunio Bruto de Nicola Logroscino (1698-1765?), Nápoles, 1750; un Bruto de Giuseppe Niccolini (1762-1842), Génova, 1799.