Baladas de Hebbel

[Balladen]. Las primeras poesías que en su juventud escri­bió Friedrich Hebbel (1813-1863) bajo la influencia de Uhland, fueron en su mayor parte baladas. Pero no le satisfacían y más tarde las destruyó todas, no permitiendo que figurasen en la edición completa de sus poe­sías. Las baladas que se han conservado pertenecen casi todas a la época compren­dida entre el 1840 y la muerte de Hebbel y están agrupadas en su mayor parte bajo el título Baladas y otras poesías [Balladen und Verwandtes] en la edición completa de su obra poética de 1857. La balada interesa­ba al poeta porque su genio eminentemente dramático encontraba en ella un medio adecuado para traducir brevemente una si­tuación dramática en poesía. En resumen, Hebbel emplea una técnica absolutamente personal en el desarrollo de la composición. Sus baladas tienen un desenlace totalmente imprevisto. El interés del lector se mantie­ne tenso, y se espera a cada momento la catástrofe, pero en el último momento apa­rece un «deus ex machina» para desviar la catástrofe y todo se resuelve del mejor modo posible. Son ejemplo típico «El niño en la fuente» [«Das kind am Brunnen»], tal vez la más conocida de sus baladas, «Padre e hijo» [«Vater und Sohn») y «¿Dónde vas tan deprisa jovencita?» [«Wohin so flink du junges Kind»]. Todas ellas evocan una atmósfera de horror y tinieblas (Hebbel solía inspirarse en los más trucu­lentos sucesos) y no se puede negar que son muy fuertes. Los personajes a menudo tienen presagios, visiones que les avisan lo que va a suceder, y no obstante son inca­paces de sustraerse con sus propias fuerzas a su destino y si no pueden ser salvados por el «deus ex machina» ya mencionado, su­cumben miserablemente como en «El niño de la estepa» [«Der Heideknabe»]. Hebbel no aspiró jamás a la popularidad del gran público y sus baladas no llegaron a alcan­zar nunca la vasta difusión que obtuvieron las de Uhland y de otros contemporáneos; pero en ellas también se hace patente la preclara huella de su genio.

C. Gundolf