Poema dramático en prosa, en cuatro partes, de Philippe-Auguste Villiers de l’Isle-Adam (1838-1889), publicado en 1890, representado en 1894. En un monasterio de monjas del Flandes francés, la noche de Navidad de 1828, Sara de Maupers huérfana riquísima, está a punto de hacerse monja a la fuerza, pues sus riquezas son codiciadas por el convento. Ella se niega en el momento solemne de la ceremonia, y porque el Arcediano que se ha quedado solo con ella, la quiere encerrar en un sótano para expiar su sacrilegio, ella, valiente, hace bajar al anciano al subterráneo, le encierra bajo la pesada losa, y huye. Después de esta primera parte («El mundo religioso»), la segunda («El mundo trágico») nos traslada al antiguo castillo de los Auérsperg, en la Selva Negra. El joven Axél de Auérsperg, huérfano y solo, vive entre servidores viejísimos y un doctísimo preceptor, maestro Janus; se presenta un primo suyo, Kaspar, que quería llevársele a la Corte y a la vida brillante. Éste se entera por un intendente de que hay en el dominio un inmenso tesoro escondido, del cual Axél parece no hacer caso; pero Axél, invitado a buscarlo, o a permitir que lo busquen, se niega en absoluto a violar el secreto, y mata en duelo a Kaspar, que sabe lo del tesoro.
Acto seguido (tercera parte: «El mundo oculto») se apodera del joven el deseo del oro y de la vida; en vano el maestro Janus, filósofo y mago, intenta elevarle a la pureza espiritual que puede renunciar a todo, porque lo posee todo con la idea, comprendiendo que su largo y fatigoso trabajo ha sido en balde; como Sara, Axél renuncia, elige la realidad. Y en tanto llega Sara al castillo. Axél baja a la galería de las tumbas, donde acaba de ser sepultado Kaspar, antes de irse lejos hacia la vida (cuarta parte: «El mundo pasional»). Llega Sara, misteriosa, que se ha enterado del secreto de aquel lugar por viejos documentos que ha escudriñado en el monasterio: abre una pared, y se derraman los tesoros innumerables. Luego ve a Axél e intenta matarle con un arma de fuego; él la contempla deslumbrado, pero la matará, porque es el hombre que no quiere amar. Vencida por aquella confesión, ella le abraza. Empieza en la noche el más elevado canto de amor; el ensueño es tan grande que Axél ha vuelto a la sabiduría del maestro Janus, que no quiere traducirla en la pobre realidad. Y a la mujer que le habla de todas las felicidades que se les ofrecen en la tierra, le insinúa él la idea de la muerte en que se realiza el sueño contra la vida que ahora se ha vuelto imposible. El veneno que ella lleva en una sortija les mata, en el momento de la aurora. Después de haber renunciado a la fe y al saber, hallan en el amor la pureza de la idea; así, el más absoluto idealismo triunfa en la obra, la cual —si no es la más equilibrada de su autor — es una obra total que reúne todas sus ambiciones de pensador y de artista.
Creación ardua, desigual, con diversas y visibles influencias (de los Burgraves (v.) de Víctor Hugo al Anillo de los Nibelungos [v. Nibelungos] de Wagner), a bellezas deslumbrantes, entusiastas o sombrías, fondos misteriosos, fulgores de magia, de ocultismo. Estos diversos elementos están revueltos en una verdadera ascensión lírica. Una de las cosas más interesantes, en la época literaria que está entre el parnasianismo y el simbolismo, empapada de idealismo y wagnerismo; fue uno de los textos más queridos y más sugestivos para la juventud simbolista a fines del Ochocientos.
V. Lugli
Jamás drama alguno fue más hábilmente escrito; jamás frases más dolorosas alcanzaron música semejante; pero la calidad misma de la obra le comunica cierta monotonía. (De Gourmont)
El drama en cuatro actos Axél, de un extraño poder visionario, puede ser considerado como el mito más elevado del idealismo poético. (Thibaudet)