Con el nombre de «atellana» se entiende un género cómico particular, originario de una pequeña ciudad de Campania, Atella, donde, todavía en plena ocupación romana, se continuaba hablando en oseo. Los figurones teatrales indígenas, con el carácter polichinelesco de la Italia meridional, tenían papeles importantes en estas representaciones, que primero fueron conocidas en Roma como farsas para representar después de los dramas lacrimosos y no dejar que los espectadores salieran con los ojos humedecidos. Pero después los contactos cada vez más frecuentes de Roma con el elemento oseo sirvieron para honrar a esta producción que tantos puntos de contacto tenía con el drama satírico griego. La innovación consiste en que la atelana ya no fue usada como producción secundaria y degradada al papel de farsa, sino que se convirtió en motivo principal de la representación escénica. La producción atelánica de Novio (siglos II a I a. de C.) fue menos famosa y tal vez menos numerosa que su contemporánea de las Atelanas de Pomponio (v.).
Unos cuarenta títulos, y poco más de un centenar de versos es todo lo que nos queda de aquel oscuro poeta que tuvo títulos, personajes y argumentos en común con su más afortunado contemporáneo, por el que fue oscurecido, ya que no supo como Pomponio erigirse en inventor de este género literario. Los títulos de Pomponio no son muy diversos de los de Novio: El agricultor, Andrómaca, El asno, El pequeño Bucco, El labriego avariento, Los presumidos, La Gabela, La muchacha con dote, Los dos Dossenus, El potro, La farsa, El higueral, Los lavanderos, Los lavaderos en descanso, El lavadero, El funeral, La gallina, Los gemelos, Hércules recaudador de tributos, La Cortesana, La leña para quemar, Maccus, Maccus tabernero, Maccus desterrado, Los maliciosos, Manía médico, Los soldados de la ciudad de Pometina, Disputa entre la muerte y la vida, La libre elección, Pappus derrotado en las elecciones, El hombre parsimonioso, Las fenicias, El picamaderos, El proceso, Los bufones, El sordo, La tablilla, La toguita, La herencia para tres, Los vendimiadores, La muchacha embarazada, El cinturón. Tal vez Novio permaneció más fiel al cometido propio de la farsa de la atelana, la cual Pomponio, más ambiciosamente había elevado a dignidad de producción escénica autónoma. Que La farsa sea precisamente uno de los títulos no es cosa casual, sino que puede parecer programático y polémica que Novio afirme la derivación y el origen de este género que él cultivó exclusivamente sin más ambiciones, sin preocuparse nunca, como Pomponio, por elevarse a la dignidad de la comedia de tema romano, la «togada», y aun de la tragedia romana, la «pretexta».
F. Della Corte