[Chudozniki]. Relato del escritor ruso Vsevolod Michajlovic Garsin (1855-1888), publicado en 1879. Garsin representa un fenómeno propio en la literatura rusa del 800. Recuerda a Dostoievski por la profundidad psicológica de su imaginación enfermiza, a Poe y a Baudelaire por su pesimismo refinado y morboso, y a Tolstoi por su gran interés hacia los problemas sociales. Dos pintores narran, en forma de diario, su vida a lo largo de un año. Ambos estudian en la Academia y hacen oposiciones a una beca que les permitirá perfeccionarse en el extranjero. Uno de ellos, dotado de energía y de cierto talento, ganará el premio; el otro, Riabinin, verdaderamente genial, caerá víctima de su sensibilidad enfermiza. Él, en efecto, está pintando a uno de esos obreros llamados «sordos», especializados en la reparación de calderas y destinados a la sordera al tener que trabajar en el interior de grandes calderas resonantes. El «sordo» pintado por Riabinin empieza a obsesionar los sueños del pintor, quien, incapaz de reaccionar, cae víctima de la locura. Cuando salga del sanatorio será incapaz de pintar.
En Artistas, Garsin se enfrenta, entre otras cosas, con el problema de la utilidad del acto artístico. ¿El arte sirve únicamente al artista en cuanto le permite expresar su propia personalidad y conseguir satisfacciones materiales, o puede ser también útil a la humanidad? El «sordo» de Riabinin no ha producido el menor efecto sobre el público y el autor no volverá a pintar. Salvo raras excepciones, concluye Garsin, el hombre ha de obrar para hacerse útil a los demás. Así el individualismo ruso de los últimos decenios del siglo se resuelve, incluso para Garsin, en aquella forma extrema de humanitarismo que invadió la literatura y el espíritu de Rusia en los albores del siglo XX.
G. Kraisky