Arietas Olvidadas, Claude Debussy

[Arettes oubliées]. Seis canciones líricas para canto y pia­no de Claude Debussy (1862 – 1918) sobre poesías de Paul Verlaine. Compuestas en­tre 1885 y 1888, año en que fueron publi­cadas, contienen, además de tres poesías de la serie de las Arietas olvidadas (v. Ro­manzas sin palabras) de Verlaine, una poe­sía de «Paisajes belgas» y dos «Acuarelas» del mismo poeta. Mejor que en la Donce­lla elegida (v.), encontramos afirmada, ya, en estas canciones de la primera juventud, la personalidad de Debussy. La fusión entre la melodía vocal, a veces casi hablada, y la parte de piano, que casi tiene autono­mía completa, es muy feliz, y raramente ha sido superada por el propio autor. Con ellas nace la canción vocal debussiana, for­mada por la unión milagrosa de música y texto: aquí reside lo más delicado de las arias, que van desde la melodía desplega­da a un susurro recitativo, sin despojarse nunca de un agudo interés musical, de una expresividad siempre tensa.

Más tarde, De­bussy sacrificará la línea melódica en favor del recitado, debilitando así la viveza de su lírica, aunque esto sea ventajoso para una sensibilidad más refinada y capilar: aquí da vida a todo un mundo de peque­ños sentimientos que se colorean de una fuerte y delicada melancolía, de una suave sensualidad. Tan lejano de las heroicas grandezas morales de Wagner como de las convenciones de la música francesa, De­bussy halla la primera expresión completa de su arte en la espontánea y cotidiana na­turaleza que le sugiere la poesía de Verlai­ne. En esta fluidez de sentimiento se renue­va una modalidad musical. A través de las enseñanzas de Verlaine, el músico camina hacia el Impresionismo (v.). Una de las más bellas «Arietas» es la segunda, «II pleure dans mon coeur / comme il pleut sur la ville», de una pureza de emoción extrema y de una novedad delicadísima de escri­tura. El motivo de la poesía verleiniana, está señalado en la última cuarteta («C’est bien la pire peine / de ne savoir pourquoi, / sans amour et sans haine, / mon coeur a tant de peine»): es el sentimiento casi inexpresable de una melancolía sin razón, de una pena que hiere suscitada por el dulce murmurar de la lluvia, el gris tierno y brillante que se extiende por los tejados de la ciudad.

Así despojada y des­nuda, el alma vibra y el músico encuentra los más justos y nuevos acentos para trans­ferir este mundo a su’ música. Mucho des­pués, en 1903, en la tercera de sus Estampas (v.) para piano («Jardines bajo la lluvia»), Debussy volverá de nuevo a la forma pia­nística de cuartillos de semicorcheas, que dan a las dos piezas un leve tinte natura­lista, sin que se pueda pensar por otra parte en intenciones onomatopéyicas radicalmente extrañas al refinado buen gusto del músico.

A. Mantelli