El mito de Aquiles (v.) con que se abre el espléndido mundo griego, es narrado en sus rasgos esenciales por la Ilíada (v.) que puede considerarse como verdadera Aquileida. Pero fuera de la epopeya homérica el héroe tésalo fue objeto de una elaboración poética y mitológica que, si bien enriqueció la leyenda, no le añadió significados poéticos particulares. En la Etiópida que reanuda el tema de la guerra troyana después de la muerte de Héctor (v.), se narra el combate de Aquiles con Pentesilea (v.) y el amor del héroe por la reina moribunda. Se hallan también aplicaciones del tema en la Ciprias y los demás poemas del Ciclo épico griego (v.) que narran episodios relativos a la invulnerabilidad del héroe, a Quirón, etc. Se sabe que entre los poetas trágicos, Esquilo dedicó a Aquiles una trilogía hoy perdida (Mirmidones, Nereidas y Rescate de Héctor). Se han perdido también los Escirros de Eurípides que dramatizan el episodio de Aquiles escondido por Tetis en Esciro entre las sirvientas; en compensación nos queda la Ifigenia en Aulide (v.).
* La tradición, pasando de Grecia a Roma, inspiró la Aquileida (Aquileis) de Publio Papinio Estacio (45?-100?), poema épico dedicado a Domiciano, comenzado hacia el 95 y que quedó sin terminar. Su protagonista es Aquiles, cuyas empresas narra. El poeta se propone resucitar la leyenda del gran mirmidón desde sus orígenes más remotos, con el preciso intento de ilustrar toda la parte de la vida del héroe, a que alude Homero, sólo de paso, en la Ilíada. En primer lugar vemos a Aquiles educado por su maestro Quirón el centauro. Al anuncio de la expedición contra Troya llega su madre Tetis, que temiendo por el destino del héroe, quiere sustraerlo a los riesgos de la guerra; con tal fin le lleva a Esciro donde, disfrazado de muchacha, consigue durante algún tiempo sustraerlo a las búsquedas de los griegos que, sin él, no pueden zarpar hacia Troya. Pero aquel disfraz y el subterfugio no pueden durar mucho, porque el astuto Ulises (v.) acompañado de Diomedes (v.) consigue desenmascarar al joven héroe y vencer su amor por Deyanira (v.); amor que es, en último análisis, el único atenuante que el héroe puede encontrar como disculpa, de su cobardía con que se ha sustraído a sus deberes de combatiente, y de la excesiva indulgencia con que ha secundado los deseos de su madre, que teme por su vida. Aquiles sale de Esciro y sigue a Ulises en su viaje hacia Troya. El poema se interrumpe a la mitad del segundo libro en el verso 1127, por la muerte prematura del autor. Justamente en este segundo libro, a semejanza de cuanto Eneas (v.) cuenta a Dido en el libro II de la Eneida (v.) Aquiles, durante la navegación hacia Troya, narra la historia de su lejana infancia. El estado fragmentario de la Aquileida, ha servido para atraer hacia este poema, más que hacia la terminada Tebaida (v.), la simpatía, la indulgencia de los críticos.
F. Della Corte
* Carácter muy original ofrece la llamada Aquileida bizantina. Este poema, cuyo autor nos es desconocido, y que, según una hipótesis probable, fue compuesto hacia el siglo XV, narra, como dice su nombre, las aventuras de Aquiles. Pero su fuente no ha sido ni el texto de Homero ni los arreglos medievales; las aventuras que esta Aquileida nos narraron del todo fantásticas y no tienen relación con la leyenda tradicional. Aquiles es transportado al ambiente greco-franco que se creó después de las Cruzadas y toma las costumbres y el modo de pensar de los caballeros de la Edad Media hasta el punto de no poder reconocerse su origen. En este nuevo ambiente debemos considerar, para valorarla, la figura de Aquiles que se asemeja aquí en muchos puntos a la de Digenis Acrita (v.) avivada por la poesía popular. Aquiles es hijo de un rey de los Mirmidones que le tuvo después de un largo y triste período de espera. Desde jovencito, igual que sobrepasa a todos en belleza, vence a todos por el valor: en todo, además, es perfectamente juicioso, menos en creerse a cubierto de las heridas de Amor. Y el dios se venga. Durante el asedio de una fortaleza, Aquiles ve a la bellísima hija del rey, Polixema; de pronto se hunde su seguridad, se enamora perdidamente y dirige cartas ardientes a la muchacha. Pero la princesa, que, como antes Aquiles, se burla del Amor y de su poder, le desprecia y no cede. Finalmente, el Amor irritado la hiere con una flecha; de aquí la natural metamorfosis de la muchacha que arde de repente por Aquiles. Se encuentran en varias citas nocturnas, después Aquiles la rapta y, vencidos los hermanos de la princesa, se casa con ella.
Transcurren seis años de felicidad; después, de pronto, enferma ella y está a punto de morir. En una hermosa escena ruega a su marido que la salve del enemigo — la Muerte — que se le acerca, y después del llanto de Aquiles, que a pesar de tenerse por invencible ha de reconocer su inferioridad ante aquel adversario, ella muere. Sobreviene la guerra de Troya, Aquiles toma parte en ella y allí Paris, a quien el poeta hace rey de Troya, para ganar su amistad le ofrece como esposa a una hermana suya; Aquiles acepta, pero esa propuesta es una traición, y él cae en el templo mismo, asesinado por Paris y Deifobo. Aunque el autor nos asegure haber leído a Homero, Aristóteles y Platón, la Grecia clásica está lejos de este poema que refleja un ambiente greco-medieval. Se podría encontrar un modelo en la literatura novelesca de la segunda sofística como se deduce de las características de las descripciones a que tan aficionados son los novelistas de la época imperial. Las costumbres y los caracteres son los mismos, toscos, bajo un barniz de civilización de la Grecia de comienzos de 1400. Tampoco el amor tiene aquí los caracteres del amor cortés de Occidente; ninguna «chanson de geste» hubiera osado poner en boca del propio héroe las amenazas y matar a puñetazos a la mujer amada, como lo hace Aquiles en un arrebato de ira; sólo su nombre es clásico; en lo demás Aquiles ya no es el héroe de Homero, sino una especie de «déspota» de los principados bizantinos del siglo XV. Pero el autor ha utilizado también fuentes bizantinas (Constantino Manases, una refundición del Digenis, v., y Euquerio y Margarona,). El texto en versos polípticos no rimados, ha llegado hasta nosotros en tres redacciones.
A. Agnelli
* En la época moderna el mito de Aquiles ha inspirado particularmente al teatro musical. En 1687 fue representada en la ópera la tragedia lírica en cinco actos Achille et Polyxéne de Jean Galbert de Campistron (1659-1723) con la música de Giambattista Lulli (1638-1687) para el primer acto, y de Pascal Collasse (1644-1709) para los cuatro restantes. Es la última ópera de Lulli, que murió mientras la componía.
* Otra tragedia lírica también en cinco actos y un prólogo es Achille et Déidamie, de Antoine Danchet (1671-1748), representada en la ópera en 1735 con música de André Campra (1660-1744).
* El melodrama más conocido sobre este tema es Achille in Sciro en tres -actos, de Pietro Metastasio (Pietro Trapassi, 1698- 1782), musicado por Antonio Caldara (1670- 1736) y representado en Viena en 1730; uno de los más vigorosos y curiosos del fecundo dramaturgo. Tetis, madre de Aquiles, queriendo sustraerle al destino de combatir y morir en la guerra de Troya, le confía a Quirón para que le esconda en la isla de Esciro bajo los falsos ropajes de una joven llamada Pirra. En Esciro, Deidamia, hija del rey Licomedes ama (y es amado por ella) a Pirra, esto es a Aquiles, el cual a cada paso está a punto de descubrirse por su carácter altivo y pendenciero. Licomedes da a Teágenes por esposo a Deidamia, y éste admirando a la falsa doncella Pirra, y sorprendido ante la fría acogida de Deidamia, corteja con preferencia a su extraña amiga. Mientras tanto ha llegado Ulises (v.) como embajador de los griegos, a pedir ayuda para la guerra de Troya pero, en realidad, a buscar a Aquiles sin el cual los griegos no podrán vencer. Y para encontrarlo imagina varias estratagemas que le inducirán a descubrirse. Entre los regalos que presenta al rey, hay también una armadura, a cuya vista Aquiles se estremece. Finalmente Licomedes promete ayuda militar a Ulises mientras Aquiles intenta persuadir a Deidamia de que acepte por esposo a Teágenes y al mismo tiempo declara a Nearco que no quiere avenirse más a la vil mentira. Pero el amor por Deidamia le contiene; y así combatido entre la vergüenza, la ambición y el amor no logra decidirse. En el banquete que celebra las próximas bodas de Deidamia y la partida de Ulises y de las tropas aliadas, Ulises ha preparado una sorpresa: hace estallar un tumulto entre los soldados que parten, y Aquiles, que no puede resistir más, toma la armadura y se descubre. Partirá, pues, con Ulises- Deidamia abandonada, rechaza a Teágenes. Cuando Aquiles está a punto de embarcarse, Deidamia va en su busca, y por fin es concedida como esposa al guerrero, para que parta contento. El drama termina con la aparición de la Gloria, el Amor y el Tiempo, que celebran la virtud de los esposos (esto es María Teresa y Francisco de Lorena, después emperador). El drama ingeniosamente combinado ofrece situaciones curiosas y a menudo cómicas, pero entre los argumentos que utilizan el disfraz de algún personaje, es el suyo uno de los más ricos en elementos escénicos apropiados para los virtuosismos dramáticos de las voces de los intérpretes.
M. Ferrigni
* La figura del héroe fue devuelta a su dignidad épica por el poema Aquileida [Achilleis], de Johann Wolfgang Goethe (1749-1832) concebido en 1799 en un diálogo con Schiller. No nos queda más que un fragmento de 651 versos, escrito el mes de marzo siguiente. El poema aspiraba en su plan general a reanudar la Ilíada de Homero y continuarla hasta la muerte de Aquiles y la destrucción de Troya. Sin duda hubiera predominado el motivo, no homérico sino puramente goethiano, de un Aquiles consciente de su próxima muerte, pero que se enamora de Polixena, olvidando así su trágico destino, y según el plan de Goethe, Aquiles hubiera debido perecer en el templo el día de las bodas por mano de Apolo. El fragmento que nos queda representa el primer libro del poema, y comienza con la visión de las murallas de Troya enrojecidas por la pira de Héctor (v.), la cual arde todavía; Aquiles la contempla desde lejos con el corazón lleno de odio;- después reúne a sus guerreros que bajan hacia el mar mientras la aurora tiñe el cielo y el sol surge por fin triunfante. Esta sensibilidad para la naturaleza, a pesar de las clásicas designaciones de Helios, Horas, etcétera, es completamente moderna como lo son los discursos de los dioses clásicos del Olimpo en la escena que sigue, y el diálogo entre Palas y Aquiles acerca de la muerte. Goethe, inspirándose en los recuerdos homéricos, escribió esta obra exquisita de entonación puramente neoclásica, que transforma el valor en belleza iluminada por la penetrante gracia de su genio lírico, aunque típica y necesariamente fragmentaria. El carácter lírico predominó sobre el propósito épico de Goethe. [Traducción de R. Cansinos-Assens (Madrid, 1944).]
G. Federici Ajroldi
* Una tragedia Achille a Scyro de Jean- Charles Luce de Lancival (1764-1810) fue publicada en 1820; el inglés Robert Bridges escribió otra homónima (1844-1930).
* La música que Antonio Caldara (alrededor de 1670-1736) compuso para el Achille in Scyro de Metastasio, se distingue de la de los numerosos compositores italianos que trabajaban en los teatros de Viena, por una mayor conciencia contrapuntística que informa su estilo cálido y rico en los recursos instrumentales; el «aria» de Caldara aunque amoldada al virtuosismo cantante que entonces dominaba, trasciende a menudo el carácter de mera brillantez para elevarse a una forma de evidencia dramática de la cual brotan cálidas frases de lírica entrega. Con esta obra Caldara quiso probablemente restaurar lo que su maestro Giovanni Legrenzi (1626-1690) había intentado muchos años antes con la ópera homónima musicada sobre otro libreto, anticipándose así a Metastasio. El Achille in Scyro de Legrenzi, representado en Ferrara en 1663, y en Venecia un año después, es la primera ópera del genial maestro veneciano; por eso no da idea todavía de los talentos de su personalidad, que se afirma en las composiciones sucesivas, que después abre el camino que lleva hacia Francesco Cavalli y Alejandro Scarlatti. Después el melodrama de Metastasio fue musicado por Leonardo Leo (1694-1744), Achille in Scyro representada en Turín en 1743; obra evidentemente inferior a la de Caldara; mientras que el Achille in Scyro de un gran discípulo suyo, Nicoló Jommelli (1714-1774), terminado en Viena en 1749, está sentido, con una inspiración melódica de singular pureza puesta en contraste con el impetuoso dramatismo del recitativo cuyas posibilidades expresivas Jommelli da pruebas de intuir plenamente.
* Siguen, con el mismo título italiano, las obras de Johan Gottlieb Naumann (-1741- 1801) Palermo, 1767; de Giuseppe Sarti (1729-1802), Florencia, 1772; de Giovanni Paisiello (1740-1816), representada en San Petersburgo en 1780, obra de escaso valor como casi todos sus melodramas serios; y de Pier Antonio Coppola (1793-1877), Nápoles, 1832. Se recuerdan, en fin, entre otros, la ópera Aquiles al asalto de Troya [Achille all’assalto di Troia] de Domenico Cima- rosa (1749-1801); el donoso «ballet» pantomima de Luigi Cherubini (1760-1842) Achille in Scyro, representado con gran éxito en la ópera en 1804; y el «ballet» homónimo compuesto en el año 1808 por Alessandro Rolla (1757-1841).
L. Rognoni
* Igualmente rica, es la tradición iconográfica del héroe. Innumerables decoraciones en los vasos, bajorrelieves, camafeos ilustran los diversos episodios del mito. Además de la célebre estatua de Alemán, de la cual se considera copia el Aquiles del Louvre, han llegado hasta nosotros los grupos: La cólera de Aquiles, y Aquiles sosteniendo el cadáver de Pentesilea. Conocidísima es la pintura mural existente en Pompeya: Despedida de Aquiles y Briseida. También los pintores modernos sintieron la belleza del héroe y son notables entre otros los cuadros de J. B. Regnault, Delacroix, Rubens, Ingress, Gerard, H. Regnault, Primaticcio, Batoni, etc.