Obra del escritor español Rodrigo Caro (1573-1647), publicada en Sevilla en 1634. El objetivo del autor fue, según sus palabras, el siguiente: «Intento en este tratado conservar en la corta memoria que merecieren y alcanzaren mis escritos lo que resta de las antigüedades de Sevilla y su tierra, antes que del todo desaparezcan y acaben a manos de este poderoso contrario, el tiempo, que cada día las va gastando y consumiendo». La obra consiste en un inventario de lo que en su época se conocía acerca de la Historia de Sevilla y de la antigua Bética. Consta de tres partes: la primera se refiere «al nombre y antiquísima fundación de esta ciudad» y en ella recoge, examina y a menudo- reproduce gran cantidad de inscripciones, principalmente romanas; la segunda está dedicada a «dar a entender la estimación que Sevilla ha tenido igualmente en todos los siglos», es decir, el examen y exposición de los datos referentes a la Historia de dicha ciudad, desde la época romana hasta el siglo XVI; y la tercera contiene una detallada corografía de los lugares y jurisdicción que tuvo Sevilla durante la dominación romana, o sea, de las localidades integrantes del Convento jurídico de la Bética.
La obra va estructurada en tres libros, correspondientes a las partes antes citadas: «Nombres y antigüedades de Sevilla», «Antigüedades y principado de la ilustrísima ciudad de Sevilla» y «Corografía del Convento jurídico o Cancillería de Sevilla». Rodrigo Caro hace gala en ella de su buena preparación arqueológica, epigráfica e histórica, y logra algo parecido a las Antigüedades (v.) de Ambrosio de Morales. Es una lástima que le faltara el suficiente sentido crítico para reaccionar contra los cronicones de Dextro y Máximo, cuya influencia se hace bien patente en algunos pasajes y disminuye el valor total de su obra.
J. Regla