Esta colección, la primera de poesías que publica Fernando Villalón (1881-1930), poeta sevillano, se publica en 1926, pero sin duda la fecha de la mayor parte de las poesías que la componen ha de ser bastante anterior. Sorprendió a cuantos le conocían esta publicación. Contaba Villalón cuarenta y cinco años y nunca había dado a conocer sus aficiones literarias, siendo en cambio muy popular como ganadero y aristocrático hombre de campo. Apuntan en este libro todas las tendencias que ha de seguir su poesía en los cuatro cortos años que sobrevivió a estas primeras muestras. De una parte el interés por la mítica ibérica y especialmente andaluza, y por sus supersticiones populares. Después el sentimiento del campo andaluz, de la «baja Andalucía» de toros y marismas que penetra el libro todo. En sus poemas de cante, que titulara «El alma de las canciones», y aún mejor en sus «Romances de tierra adentro» es donde muestra lo más personal y sincero de su veta poética, la manera que ha de producir sus mejores frutos. Una serie de poesías, en especial en versos mayores, acusan la influencia del modernismo, y concretamente de Darío. Son, sin duda, sus primeros tanteos en la poesía. Su gusto no era entonces muy seguro, y su técnica, que nunca fue meticulosa, aparece en estos poemas más incorrecta y vacilante. El contacto con los poetas que pudiéramos llamar de la generación del 27 (especialmente Lorca y Alberti) fue estimulante muy eficaz y feliz para su poesía. Pero siempre conservó, y en este libro da muestras de ello, una espontaneidad y una independencia en sus maneras retóricas, que son la base de su personalidad poética. Por sus temas son típicas sus composiciones, «El pozo de la cañada», o «Islas del Guadalquivir», o «Campiña de Utrera», por citar poesías en metros mayores que, salvo en su poema «La toriada», ha de usar después excepcionalmente. En cambio las poesías en metros breves, especialmente asonantados, nutren sus secciones citadas, «El alma de las canciones» y «Romances de tierra adentro», y pueden contar entre lo más selecto de su producción posterior.
J. M. de Cossío