Posiblemente el más conocido de los cuentos del crítico y novelista español Leopoldo Alas, Clarín (1852-1901). Todo él es como una suave ternura derramada sobre las personas, el paisaje y las cosas. Y en todo ello esquemas paralelos de nostalgias, nacidas en el alma del narrador o en las almas de los seres. La historia es la vida de dos huerfanillos —Rosa y Pinín— y la historia de «Cordera», la vaca abuela, madre y compañera de los niños. Un día los hados adversos llevan a Antón de Chinta a desprenderse de la pobre «Cordera». Sus indecisiones, sus resistencias, sus negativas, acaban por claudicar ante la acuciante necesidad: una marca hace cambiar de propietario a la vaca y un día aciago — entre sombras — «Cordera» desaparece del paisaje de los niños. Al día siguiente, un tren — el tren de siempre, pero ahora tan cambiado ya — cruza el paisaje donde los niños fueron felices con la vaca. Es un tren cargado de reses para el matadero; en él, «Cordera» cruza por última vez los dulces paisajes que durante años durmieron en el duro fondo de sus ojos.
Pasó el tiempo. Y a la vuelta de muchas primaveras, otro tren cruza los mismos prados. En él, Pinín va a una guerra civil cuyo sentido y cuyo alcance no conocía. Sola en el campo de la infancia, Rosa ve marchar la negra fila de vagones que arrastra y lleva su único cariño y su única devoción. Un día fue «Cordera» y hoy — olor recordado — en la noche se pierde Pinín, camino de un mundo ignorado e incomprendido. El cuento tiene dos elementos fácilmente separables: de una parte el canto bucólico a las tierras de Oviedo; de otra, una serie de oposiciones que destrozan el mundo levantado sobre la felicidad. En ambas posibilidades brota irrestañablemente el alma del narrador: su devoción hacia unas tierras ante las que no cabe otra visión que la del lirismo exaltado: el prado, el árbol, el palo del telégrafo, todo poetizado por una emoción de amor. Pero junto a ello la protesta contra todo lo que viene a perturbar esta vida trasmutada en sustancia lírica: contra la adversidad, contra la crueldad, contra la riqueza, contra el poder.
M. Alvar