Personaje de la novela Los hermanos Karamazov (v.), de Fedor Dostoievski (Fëdor Michajlovič Dostoevskij, 1821- 1881), conocido también bajo el nombre de «staretz», o viejo monje de los conventos rusos. Junto a Dimitri (v.) e Iván (v.)
Karamazov, Zósima es una de las figuras fundamentales de la novela, por cuanto representa, frente a la fe turbulenta y contradictoria del primero y a la racional negación del segundo, el triunfo del sentimiento en un perfecto acuerdo entre el imperativo moral y su realización en la vida. Alejo (v.) no es más que un reflejo de su personalidad, aunque anuncie desarrollos que ulteriormente no se realizaron. Dado que la novela, como en general toda la obra de Dostoievski a partir de Crimen y castigo (v.), gira en torno al problema de la existencia de Dios y de los caminos terrenales que llevan a Él, es natural que la figura de Zósima, que enseña que el asumir sobre sí las culpas ajenas es el verdadero camino para llegar a Dios, tenga un significado decisivo. La lógica del viejo monje va, en cierto sentido, aún más allá que la doctrina de Cristo.
El hombre no puede juzgar a los demás hombres si no ha comprendido el misterio de la culpa. «Toma la culpa sobre ti y sufre por ella; sólo entonces podrás juzgar… Ve y busca el sufrimiento, toma el sufrimiento sobre ti y tu corazón se calmará y comprenderás que también tú eres culpable». Para llegar a ello hay que amar a todas las criaturas de Dios. De este vínculo nace la idea de la culpa común, en la que todos participamos. «Todo hombre es culpable de todo, aun prescindiendo de sus propias culpas. Hazte responsable de la culpa del mundo. Si sinceramente lo hicieres, por todos y por todo, verás que en realidad es así, y que eres culpable de todo frente a todos». Ahora bien, para reconocerse culpable de culpas aparentemente no cometidas se requiere una fuerza interior a la que se puede llegar teóricamente, admitiendo que el «principium individuationis» existe para ser superado, pero sólo se adquiere después de esta superación práctica en la vida vivida.
El círculo se cierra con el regreso al punto de partida, y la manera de cerrarlo se encuentra en la respuesta de Zósima a quien le pregunta qué es el infierno: «El infierno es el dolor de no ser ya capaz de amar». El lazo que une al viejo monje con los Karamazov es la realización artística del principio de que el amor une el mundo a Dios, y el infierno es la línea fronteriza en la que aquéllos se encuentran. Figura concebida «por el mismo corazón» de Dostoievski, Zósima, a pesar de todo, está parcialmente sacado de la realidad, y su modelo fue el padre Ambrosio, «staretz» del famoso cenobio de Optina Pustinia, que fue en Rusia un renombrado centro de vida espiritual, donde buscaron paz y serenidad, además de Dostoievski — que estuvo allí mientras meditaba su obra Los hermanos Karamazov —, Gogol y Tolstoi.
E. Lo Gatto