Protagonista de La ópera del mendigo (v.), de John Gay (1685- 1732), es el exacto homólogo femenino de Macheath (v.), la cual a su vez es la parodia de una típica figura de la que tanto abusó la «tragedia heroica»: la de la enamorada pura e inocente que atraviesa una serie de desventuras y de pruebas hasta ver coronado su ideal.
Polly, en cambio, nada tiene de pura ni de ingenua, vive a sus anchas en un ambiente de vagabundos y de ladrones tutelados por la tácita connivencia de su padre, sabe «jugar y conceder en negocios», reconoce en su amante al capitoste de la banda y admira su heroica bellaquería y no se preocupa grandemente del amor de su padre ni de su madre. Y por contraste con la tremenda seriedad de las habituales heroínas de la alta tragedia, resulta seriocómica, incluso en su dolor, que se resuelve en una cancioncilla o en unos pasos de baile. El autor juega a sabiendas con su inconsistencia psicológica, como con la única cosa que el personaje tiene en común con las heroínas trágicas.
Cuanto más aquéllas están idealizadas, tanto más Polly se presenta con un realismo despreocupado y cínico; cuanto más nobles, angélicas y sentimentales son aquéllas, tanto más resalta en Polly su origen plebeyo y su esencia vulgar. Y por si ello no bastara, Gay continuó su trabajo con la ópera Polly (1729), en la que la heroína llega a la cumbre de sus aventuras olvidando al amante ahorcado y casándose con el príncipe de los pieles rojas, titular de todas aquellas virtudes que en vano se buscarían en el viejo mundo.
N. D’Agostino