[Pantalone]. En la «commedia dell’arte» es la encarnación característica del mercader veneciano. Juntamente con el Doctor constituye la pareja de ancianos, teórico el primero, práctico el segundo, pero entrambos destinados, por lo menos durante los primeros tiempos, a ser víctimas de los engaños de sus hijos o de sus criados.
En ellos toma consistencia un motivo de fondo que casi siempre se halla presente en la comedia de los siglos XVI a XVIII: el contraste entre la generación joven y la antigua. Su nombre deriva, según algunos, de Pantaleone, santo protector de Venecia, y según otros, con mayor fantasía y quizá con mayor verdad, de «piantaleone», apelativo burlesco aunque glorioso de los venecianos, que plantaban el león de San Marcos en las tierras conquistadas. Pantalón es el viejo mercader retirado, generalmente rico y tradicionalista, avaro, a veces engallado e inclinado a veleidades amatorias, pero más a menudo sensato, humano y condescendiente.
Más tarde, cuando su figura se fue dibujando mejor, se le llamó «Pantalone dei Bisognosi» (Pantalón de los Necesitados), para indicar su buen corazón que le impulsa a socorrer a los afligidos. Bajo este aspecto le vio Goldoni, a pesar de que en ha bancarrota (v.), una de sus primeras comedias (1740), nos lo presenta chocho, mujeriego y derrochador. Hasta fines del siglo XVII llevó largas bragas encarnadas, que más tarde dieron su nombre a los calzones largos de los franceses que entraron en Italia en tiempos de la Revolución; chaqueta también encamada, birrete de lana, antifaz negro y larga barba en punta vuelta hacia arriba, y babuchas a la turca. Se pretende que, cuando Venecia tuvo que ceder a los turcos el dominio de Negroponte, Pantalón, como todos los venecianos, llevó luto por ello, y desde entonces su chaqueta pasó a ser negra.
De este color, pero forrada de rojo, siguió siendo desde los primeros tiempos del siglo XVIII, en que sus largos calzones fueron sustituidos por calzones cortos y medias. Pantalón no hubiera podido ser más que veneciano: es el hombre que ha trabajado denodadamente, se ha enriquecido a fuerza de paciencia y, viejo y rico, aspira a un poco de aquel amor que en su juventud laboriosa dejó a un lado; su deseo es vano, y en general prevalece su prudencia. Goldoni intuyó su drama y supo hacérnoslo ver en rasgos cada vez más sobrios. Así, Pantalón, al descubrirse rival de su hijo, comprende la situación y sacrifica su amor senil; en otros casos se limita a simples alusiones y, casi siempre, su único destino es reparar con su riqueza los desastres que la generación joven desencadena en nombre de aquel amor a que él inútilmente aspira.
U. Déttore