Personaje de la novela Un héroe de nuestro tiempo (v.), de Michail Jur’evich Lermontov (1814-1841). Aun cuando su carácter posea más de un rasgo de los personajes de Walter Scott y de Cooper, en conjunto es una figura muy original, autóctona y estrictamente rusa.
Se trata del tipo del viejo y celoso militar ruso de la época de las luchas para la sujeción del Cáucaso: hombre templado en los peligros y en las penalidades, de maneras sencillas y aun algo rústicas, pero de corazón puro y generoso. Su horizonte es más bien limitado: para él, «vivir» significa «prestar servicio», y, de modo particular, «prestar servicio en el Cáucaso» para combatir a los falsos y pillos «asiáticos». Su modo de proceder tiene inmediata correspondencia en su lenguaje, hecho de expresiones violentas y a veces vulgares, pero llenas de eficacia y de sentido de la realidad. Según ocurre a menudo en Lermontov, sus rasgos característicos resaltan por contraste con otros personajes, concretamente con Pechorin (v.), el héroe de la novela.
En sus relaciones con los hombres no hay el menor rastro de soberbia, como tampoco astucia ni ficción algunas. A pesar de su diversidad fundamental con respecto a Pechorin, consigue comprenderle y aun le secunda, no porque comparta sus ideas, sino por un amplio sentido de comprensión que le hace percibir cuánto hay de humano incluso en tipos tan artificiosos y lejanos de la primitiva sencillez en que él vive. Desde el punto de vista artístico, es una de las figuras más prometedoras en la evolución del poeta desde el romanticismo hacia el realismo, prenunciada por Un héroe de nuestro tiempo.
E. Lo Gatto