[Duc de Nemours]. Es el respetuoso y discreto enamorado de la princesa de Cléves (v.) en la novela La princesa de Cléves (v.), de Madame de La Fayette (1634-1693). Jamás caballero alguno se reveló, desde las páginas de un libro, tan firme y decididamente apuesto ni tan deslumbrantemente fascinador.
El encuentro con su amada, en un baile de la corte, fue funesto para ambos: ¿acaso no representó para el duque, que hasta entonces sólo había conocido fáciles amoríos, el amor definitivo e invencible? A partir de aquel momento, le abrasa la pasión, pero ello no es fuente de goce alguno, excepto en rápidos y deliciosos momentos, y en cambio sí es causa de inquietud perenne, de renuncia a la legítima ambición que todo corazón viviente puede albergar (¡ni siquiera le atrae ya la corona de Inglaterra!), de desesperados viajes y de turbaciones sin fin.
Pero aquella pasión pone por completo de relieve su nobleza nativa, haciéndola más viril, más altiva y más triste. Y el duque pasa envidiado, halagado y adulado, por una de las cortes más brillantes de Europa, como un cumplido y refinado ejemplar de cortesano del gran siglo; su juvenil exuberancia se templa en la escuela de la discreción y del silencio que el amor le impone. Uno de los rarísimos momentos felices, y aun el más feliz, de su triste aventura, es aquel en que la emoción de la princesa, en el torneo en que él pone a prueba su dominio de sí para no herir al soberano, le revela que comparte su dolor.
Hasta el final, el duque se mantiene digno de la inquietud y de la angustia de la princesa; incluso cuando, ya muerto el marido de ésta, es posible la felicidad, acepta resignado la renuncia, con la sumisión y la devoción de un verdadero amante.
G. Falco