Protagonistas de la «Chantefable» Aucassin y Nicolette (v.), constituyen dos de las más apreciadas figuras de la Edad Media cortés de Francia, una pareja de enamorados memorable en una literatura en la que tanto abundan éstos. Aucassin tiene la nariz grande, los ojos penetrantes y alisados los cabellos, como tantos marfiles de su época, pero la furia amorosa que se apodera de él cuando su padre le niega la bella esclava Nicolette es algo muy personal y característico.
Por esta razón no quiere luchar con el enemigo que amenaza las puertas de la ciudad, y cuando se decide a salir al campo son necesarios los golpes del adversario para despertarle de sus cavilaciones. Naturalmente, la cosa termina con una verdadera matanza, pero él así lo quiere. Su pasivo y lunático humor confía en la juiciosa intrepidez de Nicolette, esclava en tierra de Francia, pero blanca de tez y gentil, y sin duda de alto linaje.
Las aventuras a que les arroja su amor contrariado, todas ellas a base de viajes por mar, piratas, disfraces, etc., son viejos recursos helenísticos ya conocidos, pero sobre aquel fondo basto brillan como el oro los dos enamorados. En determinado momento Aucassin llega a decir que prefiere el infierno, lleno de bellas mujeres y de apuestos caballeros, al aburrido Paraíso, adonde sólo van clérigos y sacerdotes ancianos. Y Nicolette, completamente desprovista de prejuicios, no parece negarle la razón.
Hacia el final se demuestra que ella tiene mucha más iniciativa que él, cuando, una vez hallada su principesca familia, empieza a buscarle por todas partes y no cesa hasta haberle descubierto, deprimido y sin esperanzas, en el fondo de su melancólica provincia. En las breves páginas de esta «Chantefable», las figuras de los dos amantes están llenas de vida y su diálogo es dulcísimo, con una vibración cristiana apenas teñida de herejía. En resumen, algo muy distinto de sus lejanas fuentes helenísticas.
A. Bertolucci