[Discours]. Un importante testimonio de la vida pública francesa durante el período de la Restauración nos ofrecen los Discursos de Pierre-Paul Royer-Collard (1763-1845). El hecho de que nunca se hayan recopilado en volumen y sólo hayan sido impresos independientemente, según el uso parlamentario, indica su sustancial interés práctico, para la conquista de una libertad duradera. Jefe de los «doctrinarios» y profundamente devoto a la observación de las leyes, como legitimista de buena fe, Royer-Collard vio en el respeto de la Carta constitucional la garantía de la nación; si bien la base del Estado la proporciona el derecho hereditario del monarca, nuevos derechos están ya sancionados al instituirse las dos cámaras.
En el gobierno, por otra parte, reside verdaderamente la soberanía («Discurso sobre la ley electoral» [«Discours sur la loi électorale»], del 17 de mayo de 1820). Para dar a la vida parlamentaria toda su fuerza y al mismo tiempo impedir los abusos por parte de los facciosos y de los reaccionarios, son necesarias la inamovilidad de los jueces y la libertad de imprenta; los primeros tienen las funciones de los antiguos «probi viri» o «boni homines» y son la garantía de las instituciones nacionales, y la segunda, al controlar el gobierno y divulgar las ideas generales, muestra la necesidad de una nueva democracia. Entre los que forman el mayor título de gloria del orador y del hombre público son célebres los «Discursos a propósito de la ley de prensa» I «Discours á propos de la loi sur la presse»] de enero 1820: agudos, brillantes y no menos precisos en su discusión de principios.
Así hasta 1827, casi en vísperas de la revolución de julio, Royer-Collard podrá ironizar en torno a los pretendidos males de la imprenta; para remediar el hecho de que la naturaleza hiciera libre al hombre en la creación, una mayor cordura, suprimiendo escritores, tipógrafos y periódicos según el nuevo régimen, prestará pronto «á l’humanité, sagement mutilée, le Service de l’élever enfin á l’heureuse, innocence des brutes». En especial hay que considerar en estos Discursos la vivacidad literaria debida al feliz temperamento del orador, seguro en sus afirmaciones, franco y agudo en sus ejemplos e imágenes. Los largos estudios filosóficos, efectuados en su forzado aislamiento durante el imperio, habían vigorizado mucho la experiencia del antiguo miembro de los Quinientos, del mismo modo que la astucia y el espíritu de observación, modelados en conversaciones y en frecuentes contactos con políticos y hombres de negocios, habían acabado dando a los mismos discursos en la Cámara el valor de una construcción ideológica, hecha verdaderamente de detalles precisos e inderogables como la vida.
C. Cordié