Famosa trilogía de novelas históricas del escritor polaco Henryk Sienkiewicz (1846-1916), publicadas entre el 1884 y el 1888, que evocan toda la historia polaca del siglo XVII y precisamente el período que va desde la muerte de Estanislao Wasa hasta la ascensión al trono de Juan Sobieski. En la narración se entrelaza una trama fantástica y amorosa, como en todas sus novelas, pero es hasta tal punto pálida y secundaria que queda completamente sofocada por la grandiosidad de los cuadros históricos que son los que constituyen la verdadera materia de este tríptico, y son fruto de dilatados y cuidadosos estudios en que el autor hace revivir uno de los períodos más complicados y fatales de la historia nacional de su país, retratando con escrupulosa fidelidad además de hechos y personas, las costumbres, usos y creencias de la época.
Las tres novelas son tres etapas sucesivas de un único y extenso drama que abarca el fatal descenso de toda la nación polaca hacia su desintegración política y la pérdida de su independencia. Por esto las tres novelas no pueden ser consideradas más que en su totalidad, como tres partes de un todo indivisible. La primera trata de la revuelta de los cosacos levantados por Bogdan Chmielecki y de la guerra contra ellos a través de épicas y sangrientas luchas llevadas a cabo por el rey Juan Casimiro; la segunda nos habla de la invasión de la patria por los suecos bajo el reinado de Carlos Gustavo y de la victoriosa guerra de liberación de los polacos al mando de Esteban Czarniecki; la tercera narra la larga y cruenta guerra, llena de páginas feroces, contra los turcos invasores. Los hechos, históricamente exactos, están narrados en una prosa soberbia. Perfecta también la pintura de caracteres y las descripciones de la naturaleza y de los gustos de los distintos representantes de las diferentes clases sociales. Cualidades y defectos, errores e injusticias de los soberanos, de la grande y pequeña nobleza y del clero, son puestos de relieve con particular pericia, señalando no pocas de las causas principales de la ruina nacional, que no fueron bastante para detener, contra la carcoma homicida de la discordia y de la ambición, el heroísmo y el espíritu de sacrificio de tantos de sus nobles hijos. Es ésta la amonestación de la obra de Sienkiewicz a sus compatriotas sojuzgados al triple yugo ruso- austro-alemán, amonestación que confiere a la obra una alta significación patriótica y nacional.
Se le ha reprochado a Sienkiewicz cierta prolijidad en la narración de algunos episodios históricos, algún que otro exceso en la idealización de sentimientos, de figuras de héroes y de sucesos, alguna pintura excesivamente débil de tipos femeninos; pero en conjunto, incluso con estos posibles defectos, la obra se mantiene como una obra maestra, por sus dotes de evocación histórica y de representación de hombres y de cosas y, además, por la fuerza artística y humana que la envuelve, por la belleza de los sentimientos en litigio y por la belleza del idioma. [Trad. de R. J. Slaby, 4 tomos (Barcelona, 1925)].
E. Damiani