[System der Philosophie]. Obra del psicólogo y filósofo alemán Wilhelm Wundt (1831- 1920), publicada en 1889. La experiencia interna inmediata constituye su fuente de información; capta un flujo continuo de acontecimientos móviles: no objetos, sino procesos, cada uno de los cuales supone a la vez un acto subjetivo y un contenido objetivo. El conocimiento tiene tres grados: intuición (vida práctica); entendimiento (ciencias especiales); razón (filosofía), que forman una jerarquía del saber. La metafísica tiene por base la experiencia, y por único método el que proporcionan las diversas ciencias especiales, es decir, la conexión de los hechos entre sí, por medio del principio de la «razón suficiente», al cual debemos reconocer un alcance universal, ya que «sería absurdo exigir una ligazón general de las partes del cosmos que son accesibles a la experiencia humana, y negarnos a admitir el nexo con sus causas y sus efectos cuando no son conocidos». Es una necesidad irreducible del espíritu humano conocer la última razón de las cosas y unificar todo el saber.
Las ciencias especiales no pueden proporcionar tal saber, puesto que no surgen de los hechos de la experiencia: ésta es la función de la «razón filosófica». Los problemas trascendentales son tres: psicológico, cosmológico y ontológico; los datos son proporcionados por la experiencia; el medio de resolverlos consiste en el uso del principio de la «razón suficiente»; el alcance de la solución es el concepto, con la razón, de las dos ideas de unidad y totalidad. En el problema psicológico, la primera cuestión tiene por objeto la idea del alma (para Wundt, individual). Los datos de la experiencia son actos representativos, dotados de actividad o de pasividad. Aplicando el principio de la razón suficiente, desembocamos en un y o-voluntad; la regresión trascendental nos lleva a la idea de un alma-sustancia o a la de un alma- actividad (preferible, por cuanto es más adecuada a la experiencia interna); ésta nos lleva, por regresión universal, a una totalidad espiritual, una voluntad colectiva en cuyo seno subsistirán las unidades volitivas; humanidad ideal futura — no como dato de la experiencia, sino como premisa y fin hacia donde se dirige la evolución de la voluntad humana —, la cual requiere la idea trascendental complementaria de «Dios», razón suprema de este ideal.
La regresión cosmológica, a su vez, nos conduce a la idea de una totalidad infinita de unidades últimas, materiales o espirituales. Puesto que un dualismo repugna a nuestra exigencia de unidad, el idealismo y el materialismo deberán ser superados en la unidad ontológica superior: una actividad que hay que concebir como querer. «El cosmos es una totalidad de unidades volitivas que se determinan recíprocamente mediante la actividad representativa y se ordenan en una evolución gradual de unidades volitivas. La naturaleza material es el primer estadio del espíritu». La unidad volitiva, último fondo del ser, no puede consistir en una «sustancia», cuya característica sea la permanencia: es una actividad, un «acto de la voluntad». Sistema idealista y, a la vez, estrechamente ligado a los datos de la experiencia, la filosofía de Wundt reivindicó una idea más científica de la Filosofía y la posibilidad de una metafísica voluntarista.
G. Pioli