[Du sang, de la volupté et de la mort]. Colección de páginas descriptivas y evocadoras de Maurice Barrés (1862-1923), publicada en 1893 y con nuevas adiciones en 1904. La edición definitiva de 1909, hecha también con los recuerdos de nuevos viajes realizados para «avivar los sentimientos y colorear las imágenes», indica el amor del autor a su obra.
La comprensión simbólica de las relaciones entre un hombre y su tierra se manifiesta en el contacto con las regiones lejanas y en el delicado acuerdo entre el espíritu y las cosas. En una parte ampliamente dedicada a exponer sus concepciones sobre la realidad de la existencia y^ la riqueza moral de la historia («Ideologías apasionadas»), Barrés afirma su comprensión de la vida, en los dramas interiores y en las aspiraciones escondidas e in- confesadas. Sangre, voluptuosidad y muerte se compenetran en la visión del mundo, de un modo que justifica el dolor y la conquista, la alegría y la derrota: el hombre se realiza a sí mismo en un dominio que es afirmación, a la vez que contraste, en una lucha que es victoria, pero que es también renuncia a cuanto no es el ideal. Bellísimas son las páginas sobre Brujas, sobre el amor, sobre la gloria, sobre el examen de conciencia del poeta, sobre la voluptuosidad en la devoción. Bastante vivos son los pasos que cincelan el encuentro con la naturaleza lujuriante de España y con el paisaje patético de Italia: son famosos los capítulos sobre Córdoba, Toledo, Sevilla y sobre los lagos lombardos; bastante tenues las evocaciones del otoño en Parma con el recuerdo de Stendhal, sobre Pisa, Rávena, Siena, Florencia, Luca y Pistoia.
Sugestiva, por el mundo tan diferente y desnudo de impresiones coloristas, aunque más abierto hacia las meditaciones sobre la existencia, es la parte que se ocupa de un viaje al Norte. Esta obra, que se apoya sobre el goce sinuoso y decadente de la naturaleza, de las memorias artísticas y de las bellas criaturas que renuevan la vida con el amor, es ciertamente la más significativa de Barres, por la inmediatez de las sensaciones, que hace de él uno de los más sugestivos herederos de los románticos y el morboso campeón de una nueva conciencia de la vida.
C. Cordié
Nada más maravilloso en Barrés que el arte que pone de manifiesto al fijar los párrafos; cada frase se propone dar un nuevo punto de partida a la imaginación. Barrés pinta para la imaginación y no para los ojos. (Du Bos)