[Franz von Assisi und die Anf tinge der Renaissance in Italien]. Obra en dos volúmenes de Henry Thode (1857-1920), publicada en 1885. Entra en la corriente de la crítica de los últimos años del siglo XIX, y ejerció, a finales de siglo, una amplia influencia sobre los estudios. En la introducción, Thode expone la idea fundamental del libro; es decir, sostiene que el origen del Renacimiento es el nuevo movimiento de humanidad realizado por la concepción religiosa de San Francisco.
El santo es el apóstol de una religión más sencilla y popular, que ha dado al hombre el sentimiento de su individualidad y es el punto de partida de la vida artística moderna. En efecto, reconcilia la humanidad con la Naturaleza, que el espíritu medieval había asignado en dominio a las fuerzas demoníacas, mientras San Francisco la santifica como manifestación de la Divinidad por cuya invisible presencia es animada. Después de hablar de la vida del santo, Thode pasa revista a sus más antiguos retratos y a los varios aspectos de la leyenda, haciendo ver cómo el tema ayuda al artista a liberarse de las trabas de la tradición bizantina, enfrentándole con la realidad y dando a su fantasía creadora libre campo para desplegarse. Sigue una minuciosa descripción de la iglesia de San Francisco de Asís y de las esculturas y de los frescos del templo: los análisis sobre la actividad de Cimabue y de Giotto son sutiles, pero Thode no consigue fusionar los elementos de crítica artística formal con los de carácter historicopsicológico, a los que no sabe renunciar.
En el segundo volumen, el autor pone en relación el desarrollo de la Orden franciscana con el surgir de las construcciones góticas italianas, que él divide en dos grupos principales: las iglesias góticas de bóveda de Italia del Norte, y las de techo de madera y una nave de Umbría y de Toscana; de éstas hace derivar la iglesia florentina del Renacimiento. Al fin, el autor cierra su obra destacando la influencia ejercida por la mística francesa sobre la filosofía y ,1a poesía italianas, y observa que los mismos antiguos temas bíblicos del arte figurativo y las alegorías reciben una nueva interpretación por obra de los artistas animados por la nueva espiritualidad. El «tema franciscano» de Thode pareció, en su tiempo, genial y nuevo, pero su visión de los orígenes del Renacimiento es unilateral: su tesis no es la más adecuada para entender una individualidad artística, que no obedece a las peculiaridades del tema y a las relaciones del mismo con la civilización, sino a las necesidades de expresión de la fantasía creadora.
F. Wittgens