[Portraits de femmes]. Bajo este título, Charles-Augustin de Sainte-Beuve (1804-1869) recopiló en 1844 una serie de estudios de diversa naturaleza, pero todos animados por el mismo y delicado empeño de sondear los secretos de algunas almas femeninas particularmente notables, y de evocar con mano ligera sus figuras.
El primero de tales retratos, «Madame de Sévigné», es más bien un estudio literario: un ensayo que se ha hecho célebre por la fácil seguridad con que Sainte-Beuve, abordando un tema ya tratado abusivamente por la crítica tradicional, supo presentarlo de nuevo con una cantidad de observaciones finísimas y originales, de las que resalta el retrato psicológico, de acuerdo con aquel método crítico que hizo de Sainte-Beuve un maestro incomparable. Sigue el estudio sobre «Madame de Staél», notable, sobre todo, por el sumo arte con que el autor, a través de las posiciones literarias, teorías y partidos adoptados por la escritora, supo descubrir e iluminar la viva sensibilidad de la mujer, que muchos habían puesto en duda o negado directamente. El retrato de «Madame Roland» es el más rico de colorido histórico y nos muestra la despreocupada delicadeza de Sainte-Beuve al tocar el gran tema de la Revolución. Al mismo período se refiere el retrato de «Madame de Remusat». «Madame de Pontivy» nos traslada al siglo XVII: abandonando por completo el cometido de crítico literario, el autor quiere evocar la figura delicada de una mujer enamorada y la historia de un gran amor, dignísimo de ser llamado «romántico».
Parecido tema es tratado en «Christel». «Madame de Krüdner» es un profundo estudio sobre el misticismo de la célebre inspiradora del zar Alejandro I, a la que se denominó «la ninfa Egeria de la Santa Alianza». En todos estos escritos (es digno de especial mención el referente a Madame de La Fayette), Sainte- Beuve nos ha querido ofrecer «retratos» en el más profundo significado de la palabra; es decir, no limitándose a un estudio restringido del personaje, sino ampliando su investigación a los tiempos, relaciones, ambientes, influencias y juicios, a fin de presentarse como un verdadero historiador de aquella sociedad en que vivieron unas u otras de tales mujeres.
En esta manera minuciosa y atenta, que sabe alternar los sabrosos detalles con rápidas visiones sintéticas, en este género de relaciones entre los hechos y el mundo espiritual, entre la vida mundana y la vida interior, en esta sabiduría psicológica de «confesor», puede reconocerse al Sainte-Beuve de la historia de Port-Royal (v.). En los Retratos de mujeres, ante todo, mejor que en Port-Royal, el estilo se muestra completamente fluido, animado y vivaz, sin renunciar en caso alguno a aquella precisión discreta y al tono exquisita y deliberadamente modesto, que constituye su más preciosa característica. [Trad. española de Nicolás Estévanez (París, 1883) y de Javier Bueno (París, s. a.)].
M. Bonfantini
La crítica de Sainte-Beuve debe ser considerada como una investigación sobre el hombre y sobre las mujeres, sobre sí mismo y sobre los demás, sobre la naturaleza espiritual y sobre el espíritu de la naturaleza humana. Todo el contenido humano de las letras francesas desemboca en este humanismo, como el mundo de los sonidos, de las palabras y de los ritmos desemboca en Hugo. En Sainte-Beuve el moralista es todavía superior al crítico; éste, a veces, se equivocó; aquél, nunca. (Thibaudet)