[Les conversations de M. d. C. et de V. d. M.]. Tratado de moral del caballero de Méré (Antoine Gombaud, 1607-1684), publicado en París en 1669. Consta de seis conversaciones en las cuales el autor y un alto personaje de la Corte, el mariscal de Clérambault, indicados en el título solamente con las iniciales, discuten sobre la educación que debe darse al Delfín, tarea a la cual parece ser que el caballero de Méré llegó a aspirar. La argumentación no está desarrollada de una manera ni ordenada ni sistemática, sino de la manera natural en las conversaciones: se habla de todo aquello que puede servir para formar un príncipe grande y feliz, observando que los preceptos pueden aplicarse también a los súbditos, porque en el fondo es una sola virtud la que enseña a mandar y a obedecer, según el lugar que se ocupe. Son reputados necesarios al príncipe los conocimientos especialmente de historia y de latín, pero más que otra cosa le será útil aprender por el ejemplo y por la importancia de las conversaciones, de donde se desprende la importancia que pueden asumir mujeres y hombres en la formación del carácter y, sobre todo, en la educación del buen gusto, que es una cosa esencial.
Se dan preceptos para la elocuencia, sobre la manera de escribir, sobre el arte de usar la astucia sin ofender a nadie. Sinceridad y rectitud han de ser las primeras dotes del príncipe; cada uno de sus actos ha de llevar el sello de la sencillez y la naturalidad que tan sólo se adquieren con un estudio especial («El arte que todo lo hace y nada descubre»). En resumen, los dos interlocutores convienen en que el príncipe tendrá todo lo que se puede desear, cuando sea un perfecto caballero («honnéte homme»). Luego intentan definir esta virtud, «l’honnéteté» que por sí sola sobrepasa todas las demás, y reconocen que nace conjuntamente del talento y del corazón, que toma aspectos diferentes según los tiempos y las circunstancias, pero que se reconoce por el sentimiento de instintivo placer que da a las personas de bien cuando la encuentran. No es, pues, tan sólo una virtud de circunstancias, nacida solamente para uso de la vida de palacio, como opinan otros escritores de la época, sino que es algo mucho más íntimo y universal. Por eso, el caballero de Méré, el escéptico honrado y agudo que no dejó de influir en Pascal, fue bautizado por la posteridad con el nombre de «pedagogo de la ‘honnéteté’».
E. C. Valla