[Le rire, essai sur la signification du comique]. Breve obra filosófica francesa de Henri Bergson (1859-1941), publicada en 1899. La risa, que es siempre provocada por un objeto humano, tiene ciertamente una función social: no se ríe bien cuando uno está solo, en efecto, sino que es preciso en torno a uno como la complicidad de los demás.
La risa es una reacción contra todo lo que en la vida se nos presenta como mecánico: se ríe cada vez que se puede notar en los gestos o en las palabras de alguien cierto peso de automatismo. Así se ríe hasta de los vicios y de las virtudes cuando se nos aparecen como una forma de mecanicismo y parecen dominar a la persona en que se encarnan, como se domina un títere, sin amalgamarse con su personalidad. La risa es, pues, una especie de gesto social: por medio de él la sociedad llama al orden a los que se apartan del camino constructivo de la actividad, los distraídos, los extravagantes, los que representan un peso muerto o un elemento de disgregación en la estructura de la vida social. Bergson corrobora esta teoría suya por medio de una aguda y finísima indagación de las diversas teorías de lo cómico: lo cómico de las formas, de los movimientos, de las situaciones y de las palabras, para llegar finalmente a lo cómico de carácter, al que dedica todo el tercer capítulo del libro.
Esta investigación va acompañada de ejemplos tomados sobre todo del teatro, que es el lugar en que lo cómico se explica a un mismo tiempo como forma de arte y como función social, dando lugar a la comedia, que es una rama muy particular del arte, porque no pertenece completamente ni al arte ni a la vida. Para Bergson, pues, el arte no es más que una visión más completa e inmediata de la naturaleza y del alma humana, que a pocos es concedida ya que, por lo general, los hombres no ven en el mundo exterior más que la porción de superficie sobre la que pueden ejercer su particular acción; así, la pintura acostumbra percibir en los colores los matices que olvidan nuestros ojos, y la música sabe captar los acentos, imperceptibles para nosotros, de nuestros propios sentimientos. El arte mira siempre a lo individual porque sabe percibir todos los matices que escapan a las categorías generales en que hacemos entrar generalmente, para mayor utilidad, nuestros juicios y nuestros sentimientos. En cambio, la comedia mira a lo general: contrariamente al drama que nos muestra, reveladas al desnudo, las profundidades más oscuras del alma humana, y, desarrollándose de un análisis interior de nosotros mismos, extrae de la humanidad los tipos que se pueden hacer entrar en una cuadratura común. Y la comedia alcanza su finalidad social porque, al suscitar la risa con el espectáculo de la distracción y el automatismo que se sobreponen a la vista, nos devuelve a la atención, a la autoconciencia y a la normalidad, acreciendo así nuestro rendimiento social. Esta obra, una de las más felices de Bergson, ofrece un doble interés: el estrictamente estético y el gnoseologicometafísico.
Por este último aspecto, La risa, con su tesis de una función cognoscitiva, apropiada al flujo de la vida real, distinta y opuesta a la función conceptual, dirigida al dominio del mundo práctico, es una introducción a la Evolución creadora (v.), que está fundada en aquella tesis dualista.
G. Alliney