[L´expérience humaine et la causalité physique]. Obra del filósofo publicada en 1922. Contiene la defensa de la verdad y de la «experiencia humana», gracias a las cuales el hombre se introduce en la naturaleza a título de «actor» y no de espectador.
La física contemporánea, con la teoría einsteniana y con la mecánica cuántica, ha dirigido la ciencia hacia este humanismo realizando en el plano de la experiencia científica, la relatividad esencial del espíritu y de la naturaleza que constituye la verdad del idealismo. El autor combate la concepción empirista de la experiencia a la que define como dogmática y antihumana, porque concluye en el momento mismo en que comienza a manifestarse, y porque rechaza hacia el plano de la objetividad, todos los esfuerzos del espíritu humano en lo que se refiere a la percepción y a la ciencia. El racionalismo dogmático sustituye el objeto absoluto del empirismo por una razón absoluta. Ambos desconocen el significado de un «saber humano», que debe su verdad a la conexión que en él se establece entre racionalidad y objetividad.
Hay que pedir a la matemática, en cuanto que realiza tal solidaridad, el modelo de la metodología y de la verdad científica. El intelectualismo matemático de Brunschvicg quiere descender de Kant, pero intenta corregir el concepto estático y dogmático de la razón kantiana y anular la antinomia de una forma «a priori» y de una materia a la que Kant no supo oponerse de modo definitivo. Para el idealismo crítico, que es al mismo tiempo un idealismo dinámico, la razón y lo real no son dos realidades opuestas, y de ningún modo pueden definirse independientemente la una por el otro, sino que tienden a reunirse y a expresarse en el devenir del pensamiento, como una síntesis móvil y abierta al progreso.
Categorías, principios, teorías científicas se revelan como un conjunto de instrumentos humanos, relativos a una experiencia determinada, válidos en función de un momento dado y de un plano particular de la fenomenalidad. La historia es por tanto el fundamento necesario de toda «filosofía del pensamiento». El filósofo no ha de inventar una solución del problema de la verdad, sino que ha de descubrir en los hechos, de qué manera lo ha resuelto la humanidad. En este su valor de «crítica» que le es únicamente concedido, la filosofía es verdaderamente «filosofía de la historia humana».
A. Denti