[Die Geheimwissenschaft im Umriss]. Obra del alemán Rudolf Steiner (1861-1925), publicada en 1910. Presenta un cuadro de conjunto de la doctrina espiritual antroposófica, fundada por el autor. El primer capítulo trata de la necesidad de eliminar los problemas de la sensibilidad con el saber espiritual; refuta la doctrina de los límites impuestos al conocimiento humano mostrando que éstos conciernen únicamente al conocimiento sensible-intelectual, y concluye haciendo notar que, si para descubrir los datos suprasensibles es necesaria la clarividencia, el pensamiento ordinario basta para comprenderlos. Sigue una descripción de la naturaleza humana como se ofrece al sabio clarividente. Partiendo de ésta, nuestro autor trata del sueño y de los sueños, de las experiencias por las que atraviesa el alma en el mundo anímico, y el espíritu en el mundo espiritual después de la muerte, de la reencarnación y de la parte que el hombre toma en la formación de su propio destino. Sigue un capítulo sobre la evolución del mundo y del hombre. En un principio no existían ni el hombre ni el mundo, sino solamente las jerarquías espirituales, desde los ángeles hasta los serafines, de cuyo holocausto surgen el hombre y la tierra. La primera manifestación es puro calor y en el calor las jerarquías elaboran el germen del cuerpo físico humano. Al calor se une el aire y así, del seno de las jerarquías, desciende un nuevo elemento: el cuerpo etéreo, la vida.
Pero no todas las substancias pueden compenetrarse con él; algunas permanecen en el estado puramente físico del calor: son los predecesores de los animales actuales. Las jerarquías trabajan ahora en el hombre para formar en él los órganos de la vida. Por segunda vez el globo entero pasa a estados espirituales superiores para luego reaparecer. Al calor y al aire se añade el agua. Las jerarquías infunden sensibilidad al cuerpo viviente, esto es, ofrecen el cuerpo astral o anímico y vuelven a elaborar el cuerpo físico y etéreo en conformidad con éste. Pero algunos elementos permanecen todavía en estado puramente físico: son los predecesores de las plantas actuales; otros se fijan en la condición puesta a la vida: son los predecesores de los actuales animales. También esta tercera encarnación de la Tierra desaparece a la visión exterior y vuelve a aparecer finalmente bajo la forma de nuestro actual planeta. Una parte del elemento líquido se condensa en sustancia sólida; la envoltura humana está ya terminada; las jerarquías encienden en ella el Espíritu o Yo. Pero algunos elementos han quedado en estado únicamente físico: los minerales; otros, en estado físico etéreo: las plantas; otros, en el estado físico- etéreo astral: los animales. Al hombre, dotado de Yo o espíritu, se acerca el Tentador y lo desprende de su conciencia de las jerarquías.
La historia de la humanidad consiste desde este momento en la creación de facultades nuevas bajo la influencia de los Espíritus tentadores y de la lucha contra ellos. Las jerarquías cooperan a la evolución mediante las enseñanzas de los iniciados, fundadores de las grandes culturas, hasta que, con el advenimiento de Cristo, la máxima Fuerza espiritual creadora se une con la tierra, para dar al hombre, que libremente se compenetra de ella, la posibilidad de un retorno consciente a los reinos de que ha descendido. Él vuelve a ellos, pero como ser ya libre, autónomo y enriquecido con las facultades que ha conquistado por medio de su vicisitud terrena.
M. Venturini