[Epigrammata]. Con una intención cultural y funeral San Dámaso, que fue pontífice romano (366- 384), dictó una serie de epigramas, los cuales sólo en una mínima parte fueron transcritos y conservados por tradición escrita, pero en su mayoría quedaron inéditos hasta que la exploración de las catacumbas y las demás localidades del culto cristiano reveló la personalidad poética de San Dámaso.
El hallazgo moderno de los Epigramas damasianos es, pues, un mérito, más que de la filología, de la arqueología y, en particular, de la arqueología cristiana de G. B. de Rossi, el cual en 1884 reunió estas poesías fundándose en un triple criterio de atribución: indicio interno de paternidad cuando el nombre de Dámaso aparece explícito, y esto sucede en unos treinta casos; indicio estilístico, cuando la estructura métrica y fraseológica establece persuasivas coincidencias; indicio epigráfico cuando las inscripciones resultan de mano del calígrafo Furi Dionisio Filocalo, ejecutor de las órdenes del pontífice.
Poéticamente los Epigramas no poseen gran valor, no tienen nada notable excepto las reminiscencias de los mejores poetas del tiempo de Augusto, y, en primer lugar, de Virgilio, los cuales demuestran la cultura de San Dámaso, por lo demás común a todo su siglo, pero no su gusto poético, ni el oído métrico sensible a la armonía del verso virgiliano. Hasta las imágenes cuando no son estrictamente eruditas no ofrecen emoción ni fantasía, llenas como están de monótonas repeticiones. Más que poesías, los Epigramas son considerados como secos documentos poéticos capaces de ilustrar la historia de los mártires y de la Iglesia de las catacumbas.
F. Della Corte