Texto de un curso de doce lecciones, pronunciado por el filósofo español en la Universidad de Madrid en 1933, publicado parcialmente en 1942 bajo el título Esquema de las crisis (lecciones V, VI, VII y VIII), y completo en el volumen V de las Obras completas (Madrid, 1947). En rigor, este curso comprende la introducción al tema, que había de desarrollarse en otra serie de lecciones. Las circunstancias de su edición han hecho menos conocida que otras esta obra de Ortega, a pesar de ser probablemente la más importante de todas las publicadas hasta ahora. Se plantea en ella el problema de la historia como tal, y esto lleva al autor a investigar la estructura de la vida humana. La circunstancialidad de la vida humana y el hecho de que el quehacer humano no esté impuesto, obliga al hombre a decidir, a elegir anticipando el porvenir, averiguando, pues, lo que es el hombre y lo que es ese mundo.
Esto, descubrir el ser de las cosas, no es extrínseco; para vivir hay que interpretar nuestra vida. El hombre vive ya en ciertas convicciones radicales que rigen su conducta; la historia tiene que investigar «cómo ha variado la estructura objetiva de la vida». Para aclarar esto, Ortega vuelve a la idea de generación, ya desarrollada diez años antes en El tema de nuestro tiempo (v.). Al tener el hombre que interpretar el mundo para saber a qué atenerse sobre la realidad, crea con ello el instrumento capital para vivir, que es precisamente eso que llamamos «mundo». El hombre hace constantemente mundo, y sus cambios alteran la estructura del drama vital; el hombre se encuentra ya desde luego con una estructura colectiva que tiene vigencia, con un sistema de convicciones con las que tiene que contar y que tiene que absorber.
Y como las vidas humanas se suceden y parcialmente coexisten, en cada «hoy» se dan tres «hoy» distintos, tres tiempos diferentes, tres grupos de coetáneos (hombres de la misma edad) que son contemporáneos (de un mismo tiempo). El conjunto de los coetáneos dentro de un círculo de convivencia es una generación, y lo es también el lapso temporal en que tiene vigencia una forma de mundo, es decir, unos 15 años. Ortega formula un método de investigación histórica, el método de las generaciones, que ha tenido diversos desarrollos importantes, en España y fuera de ella. Esta exposición se completa con toda una serie de precisiones sobre la teoría metafísica de la vida humana individual. Armado de este método, Ortega investiga lo que llama las «generaciones decisivas», aquellas en que acontece una crisis o cambio histórico fundamental, es decir, no que cambie algo en el mundo, sino que cambie el mundo, y no en la pequeña proporción en que ocurre con cada generación, sino con desusada amplitud.
El número de teorías filosóficas e históricas que se formulan y exponen en este libro es sorprendente: la idea de razón vital; la teoría de la verdad como coincidencia del hombre consigo mismo; la justificación vital del conocimiento y, por tanto, de la filosofía; la noción de «época clásica» o «siglo de oro»; el análisis de la situación final del mundo antiguo y la irrupción en él del cristianismo; la interpretación del extremismo como forma de vida; la determinación de los estadios del pensamiento cristiano, desde los primeros tiempos hasta el siglo XIV, para entrar en los análisis minuciosos del hombre del siglo XV, el goticismo y el Renacimiento; sólo con estos elementos se puede intentar — piensa Ortega — la comprensión en serio de lo que significó, tras la crisis renacentista, la iniciación de una nueva actitud vital e intelectual, cuyas figuras máximas son Galileo y Descartes. Este libro orteguiano es, pues, una de las porciones sustantivas de su pensamiento filosófico, expuesto siempre en forma fragmentaria, y cuyas líneas generales se pueden descubrir ya en esta obra relativamente extensa.
La teoría metafísica de la vida humana es, ante todo, para Ortega y Gasset, teoría de la vida individual; pero como ésta es ya desde luego convivencia y no sólo convivencia interindividual, sino inmersión en la sociedad o vida colectiva, no se puede entender la «vida humana» sin investigar las estructuras de lo social, especialmente las nociones de «vigencia», «uso» y «creencia», capitales dentro de la sociología de Ortega. Pero, por otra parte, la vida humana es histórica, se encuentra siempre a cierta altitud o nivel, y tiene también una estructura, que es la de las generaciones. Y dentro de la variación histórica normal hay la de las épocas críticas, de desorientación y vacilación, de las que sólo se sale mediante un nuevo contacto con la realidad para interpretarla de manera suficiente. El copioso y escogido material empírico e histórico que Ortega maneja se une en esta obra a un análisis teórico extremadamente profundo, y esto hace de este libro una pieza indispensable para la comprensión de su pensamiento, tanto en lo puramente filosófico como en su dimensión metódica, aplicable a la totalidad de las ciencias humanas.
J. Marías