[Der Christliche Staat und sein Verhaltnis zu Deismus und Judentum]. Ensayo publicado en Berlín en 1847, en que el autor precisa ulteriormente su teoría sobre el fundamento ético cristiano del Estado, ya enunciada y contenida en su Filosofía del derecho (v.).
Según el autor el verdadero Estado sólo se determina con la creación de una unidad y solidaridad entre sus miembros, los ciudadanos; pero tal unidad, efectiva y fecunda solamente si proviene de una moral interior, sólo puede brotar del ejercicio de aquellas virtudes sociales que el Cristianismo supo revelar y provocar. La moralidad del matrimonio, los deberes hacia la autoridad, las virtudes y las generosas aspiraciones de la piedad y de la caridad que ennoblecen los vínculos sociales, no tienen otra fuente que el Cristianismo, cuyos principios son, por lo tanto,, vitales, amén de constituir un poderoso apoyo para la esencia y existencia del Estado.
Éste, tanto en su organización como en su legislación, debe inspirarse en los principios éticos del Cristianismo, presentándose como una autoridad verdaderamente superior al pueblo y casi divina, aunque sin sobreponerse a la Iglesia, que permanece en él con sus cometidos únicamente religiosos. La forma de gobierno ideal es, según Stahl, la monarquía constitucional, aunque templada por los principios cristianos, según los cuales el ciudadano no deja de ser libre y de obedecer espontáneamente, consciente como es de la necesidad de la autoridad y de los deberes hacia la misma y de los límites que ésta tiene en un orden cristiano de la vida terrenal. Pero si el Estado debe ser cristiano, no tiene por ello que ser confesional hacia una determinada forma de cristianismo, siendo suficiente su adhesión a los principios superiores del mismo, en cuya aceptación está la fortuna y la felicidad del mismo Estado.
Y también es suficiente que los ciudadanos sean genéricamente cristianos, es decir, no contrarios a los principios de la religión revelada, mientras, según el autor, no se tendría que conceder la plena ciudadanía a los judíos ni a los deístas o panteístas, negadores y desconocedores de tal revelación; incluso se tendría que excluirlos de participar en la vida política del Estado. La concepción del Estado cristiano formó en los tiempos de Stahl la base teológica del partido conservador prusiano y fue, como sostenedora de la institución monárquica contra los principios democráticos-liberales, bien vista incluso por Bismarck.
A. Amorth