[De coelo et mundo]. Obra científico filosófica de San Alberto Magno (Alberto de Bollstadt, 1193?-1280). Esta obra del obispo de Ratisbona, maestro de Santo Tomás de Aquino, más que un comentario al libro de Aristóteles del mismo título, es un insigne monumento de la especulación escolástica. Después de haber descrito el sistema de Eudoxio y de Calipo, y haber resumido la astronomía de Tolomeo, nuestro autor expone los resultados contenidos en la obra de «cierto árabe de España», llamado Alpetragius (el astrónomo al-Bitruyl), cuyo sistema le pareció una prueba magnífica para explicar todos los movimientos celestes por medio de un motor único. Este motor imprime el movimiento diurno a la novena esfera, y éste se comunica a las esferas inferiores, cada una de las cuales puede girar uniformemente en torno a sus propios polos particulares. Estos polos son distintos de los polos del mundo, y en virtud del retardo del movimiento de esta esfera, parecen moverse de occidente a oriente, sobre dos círculos paralelos al ecuador.
En esta exposición y por pasar en silencio el movimiento propio de la esfera en torno a estos polos, no alcanza con exactitud el pensamiento del astrónomo árabe. En efecto, San Alberto Magno reconoce que ésta su simplificación es insuficiente para representar el movimiento de los planetas, y para explicar las desigualdades de los movimientos planetarios atribuye después, a los polos de las esferas inferiores, todos los movimientos de las órbitas más elevadas, atribuyendo así a al-Bitruyl la teoría de las esferas homocéntricas de Aristóteles, en lugar de la que el autor había plagiado o imaginado. Sucesivamente concede a Ibn Ruád (Averroes) que en la teoría de los matemáticos acerca de los excéntricos y los epicéntricos se han formulado hipótesis que no pueden ser demostradas, y no halla dificultad en aceptar la hipótesis de Averroes, quien, no admitiendo el vacío entre las órbitas excéntricas, imagina que existe entre ellas un cuerpo de la misma naturaleza del cielo: un fluido capaz de «comprimirse o dilatarse de manera que el espacio comprendido entre las diversas esferas esté siempre ocupado», opinión ésta que, por efecto de la doctrina expuesta en el libro acerca del movimiento de las esferas del gran matemático árabe Tábit ibn Qurra, difiere una vez más de la tradición aristotélica.
A. Uccelli