[Exercitatio anatómica de motu cordis et sanguinis in animalibus], Obra fundamental publicada en 1628, en la que el célebre fisiólogo inglés expone de modo completo sus descubrimientos, que ya había dado a conocer en 1615 en una «Comunicación» manuscrita al Colegio de Médicos de Londres. Harvey, que probablemente fue encaminado a la investigación por el conocimiento de las Cuestiones Peripatétitas (v.) de Cesalpino, ya que estudió en Italia, en Padua, expone su teoría del movimiento de la sangre en los vasos, por obra de la propulsión cardíaca, fundándose en dos elementos: uno morfológico y otro experimental.
El primero consiste en observar la disposición y la forma de las válvulas de los vasos sanguíneos, las cuales están precisamente situadas y conformadas para impedir el reflujo de la sangre en sentido inverso al de la corriente; el segundo se desprende de la práctica de las ligaduras de los vasos y de la observación de los efectos de las ligaduras mismas (estas últimas observaciones fueron realizadas sobre animales).
Con esto, el autor destruía definitivamente la opinión tradicional, que procedía de Galeno, según la cual, los vasos sanguíneos sirven también en parte para transportar el «pneuma» (espíritu vital), y fundaba de modo efectivo la teoría moderna de la circulación; aunque no llegó a la observación directa de la corriente de los glóbulos rojos en los vasos de calibre mínimo (capilares), como lo harán más tarde Leuwenhoeck y Malpighi.
C. Barigozzi