[de libero arbitrio diatribe sive collatio]. Es el célebre tratado, publicado en septiembre de 1524 en Basilea, en el que Erasmo se opone a Lutero en la posición central de su reforma religiosa. Llevando al extremo el concepto agustiniano, Lutero afirmaba que el pecado ha deformado substancialmente el organismo psicofísico humano, haciéndole absolutamente incapaz de todo bien: la salvación sólo puede venir del rescate de Cristo. De donde la total negación del libre albedrío en el hombre, absolutamente pasivo en las manos de Dios.
Contra Lutero, Erasmo confirma aquí la doctrina católica que mantiene incólumes a un mismo tiempo los derechos de la libertad, sin los cuales no hay vida moral, y los derechos de la gracia, sin la cual no hay vida cristiana. El pecado original no ha destruido en el hombre la capacidad del bien: tan sólo la ha dejado en estado embrionario. El bautismo la vivifica, con lo que el hombre puede recorrer la senda de la virtud. El libre albedrío es la capacidad que tiene el hombre de dedicarse a las cosas que conducen a la salvación eterna o de desviarse de ellas. Sin libre albedrío no hay responsabilidad.
Al Libre albedrío, Lutero iba a replicar con el Servil arbitrio (v.), que Erasmo rebatió con el Hyperaspistes (v.): la polémica tuvo enorme resonancia y contribuyó a que se delinearan, por un lado, las tendencias revolucionarias de la Reforma, y por el otro, el racionalismo y personalismo humanista que tuvo en Erasmo uno de sus máximos representantes. En efecto, aun cuando en su Libre albedrío y en el Hiperaspistes procuraría conciliarse con el catolicismo, revela, a través de su claro y elegante equilibrio, una postura racionalista y una gran independencia de espíritu.
A. Tilgher