[Colloquia familiaria]. Diálogos de Erasmo de Rotterdam (Geert Geertsz, 1466-1536). Erasmo tuvo la primera idea de los Coloquios cuando se hallaba en Orléans y quería ofrecer a los estudiantes que le rodeaban una especie de manual de conversación. Publicados primero por el editor Froben, en 1518, a cargo de Beatus Rhenanus y sin el conocimiento del autor, aparecieron después en ediciones ampliadas y revisadas en varias etapas desde el año 1522 al 1526. Pero la obra no fue definitivamente terminada hasta el año 1533. El primer traductor de Los Coloquios al italiano fue Pietro Lauro di Modena, que los publicó en 1545 en Venecia. En una forma literaria vivaz e irresistible, Erasmo satiriza sutilmente costumbres, condiciones sociales y religiosas de su tiempo, tomando por blanco a sus enemigos, fácilmente identificables a pesar de estar ocultos bajo pseudónimos. El contenido es parecido al del Elogio de la Locura (v.), pero adquiere mayor vivacidad dramática gracias a la forma dialogada.
De estos diálogos, algunos evocan las sabias y eruditas conversaciones del primer Renacimiento, otros toman por punto de partida acontecimientos contemporáneos: por ejemplo, mientras en Basilea se discutía acerca de si los conventos debían o no conservarse, Erasmo, en los dos diálogos «La muchacha enemiga del matrimonio» y «La muchacha arrepentida», arremete contra aquellos que atraen a los monasterios a jóvenes todavía ignorantes del mundo, persuadiéndoles de que sólo la vida conventual es posible para su salvación espiritual; así también en los diálogos «La confesión del soldado» y «El soldado y el cartujo» califica de locos a los jóvenes que se dedican a la profesión de las armas, mientras en mayo de 1522 los Cantones suizos publicaban un edicto para poner coto a la demanda de tropas mercenarias por parte de potencias extranjeras. Sin preocuparse por los numerosos ataques de que le hacía objeto la Iglesia, Erasmo lanza sus invectivas contra las tradiciones de la propia Iglesia, sobre todo contra el culto de los santos (véanse los diálogos «La pompa funeral» y «El naufragio»). [Es clásica la traducción castellana que realizó fray Alonso de Virués, publicada en Burgos, 1529].
L. Fuá