[Science et méthode]. Conocida colección de ensayos del célebre matemático y sabio francés Henri Poincaré (1854-1912). Publicada en 1909, constituye con La Ciencia y la hipótesis (v.) y con El valor de la ciencia (v.), del mismo autor, una de las contribuciones filosóficas más notables a la crítica de la Ciencia, tal como fue concebida en el período positivista. Poincaré, que por lo demás ni siquiera plantea el problema crítico de la objetividad o subjetividad de lo real, se enfrenta con el de la «criba» de los hechos en el análisis científico, y establece entre ellos una jerarquía, declarando algunos sin importancia, y otros, por el contrario, de grande o grandísima utilidad para el desarrollo de la investigación. Hechos de gran rendimiento — dice él — son los que juzgamos sencillos, tanto si lo son realmente en cuanto determinados por un pequeño número de circunstancias bien definidas, como si las numerosas circunstancias de las que dependen obedecen a las leyes del azar y llegan por lo tanto a compensarse mutuamente. Después de un sutil análisis de las leyes de los «grandes números», el autor pasa a establecer — aunque manteniendo firme la distinción entre las ciencias matemáticas y las físicas — una afinidad genérica entre los respectivos procedimientos inventivos y eurísticos, que, tanto en un caso como en otro, tratan de remontarse del acto a la ley y buscar los hechos susceptibles de conducir a la formulación de una ley.
Para poner de manifiesto este punto, Poincaré presenta la actividad del espíritu matemático ya como inventor y creador, ya en la construcción casi inconsciente del espacio que se forma en los años brumosos de la infancia, refiriéndose al lento proceso de los primeros tiempos de la humanidad, y, por fin, en la mocedad, cuando los maestros revelan al discípulo los primeros principios de la ciencia y tratan de hacerle comprender sus definiciones fundamentales. En todas partes, con un análisis sutil y penetrante que revela en el autor insospechadas cualidades de psicólogo especulativo, Poincaré pone de manifiesto el carácter creativo de la investigación matemática, que, en su tiempo, la Logística trataba de regular con los procedimientos meramente mecánicos de su lenguaje simbólico. Ésta pretendía sustituir el espíritu humano, origen vital y animador de cualquier conocimiento, por un sistema de fórmulas que debía repetir, «mutatis mutandis», el milagro de la «máquina pensante» que durante la Edad Media obsesionó a tantos nobles espíritus como Ramón Llull y Rogerio Bacon. Por el contrario, Poincaré insiste oportunamente en el valor de la «intuición» para el progreso y el estudio de las ciencias, incluso las matemáticas, y concluye afirmando que, hasta en los razonamientos de las demostraciones, la lógica no lo es todo. El verdadero raciocinio matemático — dice —, distinto, desde muchos puntos de vista, de la inducción física, procede, sin embargo, como ésta de lo particular a lo general.
Todos los esfuerzos que se han hecho para alterar este orden alusión a Peano y Russell) y reconducir la inducción matemática a las reglas de la lógica, no alcanzaron más que fracasos, mal disimulados por el empleo de un lenguaje inasequible a los profanos. Aplicado así el principio «intuitivo» a la indagación científica, Poincaré pasa a demostrar su aplicación en las varias ciencias físicas, indicando que una oportuna «criba» de los hechos puede tener consecuencias revolucionarias. Da el ejemplo de la experiencia de Kauffmann sobre las emisiones del radio, que provocó un derrumbamiento de las concepciones tradicionales en la mecánica, óptica y astronomía. A medida que las ciencias se desarrollan — concluye el autor — reconocemos cada vez mejor los vínculos que las unen y descubrimos el contorno del diseño general en el gran mapa de la ciencia universal. Y cuando las ciencias no tienen vínculo directo, se iluminan recíprocamente mediante la analogía. Así el estudio de la conducción de los gases fue causa de fecundo desarrollo para la astronomía, que dedujo de él algunas teorías sobre la Vía Láctea; igualmente la observación geodésica puede dar lugar a interesantes inducciones sobre la constitución interna de nuestro globo. Los varios estudios de Poincaré, recogidos en este volumen, presentan, en verdad, una unidad lógica menos rigurosa de lo que él pretende en la conclusión del volumen: con ensayos compuestos en distintas ocasiones y que responden a diferentes propósitos. Por esto la obra carece de unidad, y esta falta de estructura no perjudica solamente el orden de la exposición que, aunque es a menudo vivaz y a veces hasta brillante, no siempre resulta clara en el desarrollo lógico de los conceptos.
A veces el interés contingente y ocasional, desvía al autor, que se sumerge en el tecnicismo de una cuestión específica y aislada; por otro lado esta sujeción a motivos particulares y a menudo polémicos da mayor concreción al pensamiento de Poincaré. Sin embargo, Ciencia y método, a pesar de que no aporte ninguna contribución sustancial y decisiva al estudio de la gnoseología de la ciencia, es siempre un volumen sugestivo por la agudeza viva y despreocupada con que el autor plantea los problemas.
E. Cione