[Science et conscience]. Obra científica del autor Félix Le Dantec (1869-1917), publicada en francés en 1908; con el volumen Del hombre a la ciencia [De l’homme a la Science], publicado en 1907, de la cual es continuación, forma el manual Filosofía del siglo XX [Philosophie du XXo siécle], pero puede ser considerado aparte por la importancia de sus conclusiones. El autor afirma querer definir sus consideraciones acerca de la biología general, con el fin de volver a los estudios del laboratorio y dejar .las batallas empeñadas por las leyes propugnadas por él: la de la asimilación funcional y la de equilibrio. Oponiéndose a una ciencia secamente positivista, y al mismo tiempo, a una filosofía metafísica que renueve los antiguos errores bajo la insuficiencia del lenguaje (y esto también con referencia a Bergson, acerca del cual Le Dantec recoge en su obra una interesante polémica que muestra contactos y contrastes con la teoría de la Evolución creadora, v.), el autor afirma que la biología general no es una ciencia experimental propiamente dicha, sino una filosofía, una «síntesis de resultados obtenidos por los sabios en todas las ramas de las ciencias naturales»; por eso plantea y resuelve todos los problemas de la vida, y se puede definir como religión biológica, porque destruye algunos errores perjudiciales, aunque subsistan siempre convencionalismos prácticos basados en la legislación humana.
Lo esencial, es definir el lenguaje de la ciencia, combatir las imprecisiones metafísicas y las tradiciones falaces: no hay que pedir a la ciencia más de lo que puede dar, pero sus resultados son verdaderamente ciertos. Estudiando las relaciones entre fisiología y psicología, es de notar que la conciencia no tiene valor mecánico, porque no se apoya sobre bases objetivas: es menester, en cambio, juzgar como objetivos los lazos que existen entre los actos subjetivos. En los seres vivos sometidos al principio de la conservación de la energía hay, pues, la existencia de una subjetividad consciente privada de todo valor mecánico. En una especie de equilibrio entre el materialismo y el espiritualismo, entre las teorías positivistas y nuevas corrientes guiadas por el principio vital de la existencia y por las teorías atómicas, Le Dantec prosigue su examen estrictamente científico para concluir que una continuidad protoplásmica y nerviosa, explica los fenómenos y justifica el problema del conocimiento, desde las imágenes mentales al arte y al pensamiento, ya por imitación, ya por creación.
Afirmando que la verdad científica no tiene nada que ver con la verdad sociológica ni con la verdad moral, porque muestra ineluctables leyes no regidas por la justicia, sino únicamente por el equilibrio (como en la lucha de los seres por la vida), el autor destaca la exigencia de considerar la filosofía metafísica y la religión en una esfera aparte: como los hombres no consiguen ser enteramente lógicos ni científicos, se encierran en convencionalismos sociales, sea por preferencias personales que les conducen hacia la felicidad, sea por necesidad de vivir en común. Como en el comienzo del volumen en un diálogo entre los ficticios personajes Medida [ Mesure 1 y Anciano [Vielhomme], Le Dantec vuelve a afirmar la inutilidad de combatir por creencias cuya inanimidad declara la ciencia; esta posición mental recuerda la de Bayle en favor de la tolerancia religiosa y política por un escepticismo que no descuida la realidad de una vida mejor. Este libro representa un momento muy notable de la crisis que la ciencia llamada positiva, de naturaleza fundamentalmente fisiológica, sufrió a principios de este siglo en contacto con nuevas teorías físicas y matemáticas sobre la materia o sobre la energía.
C. Cordié
El formidable biólogo ateo no ha pasado por Kant: su cientificismo es de los más antifilosóficos, esto es, de los más groseros que existen. (Unamuno)