[Prediche volgari]. Famosos por su valor ascético y literario son estos sermones de San Bernardino de Siena, de la noble familia de los Albizzeschi (1380-1444); conservados con toda la viveza de su exposición por un artesano, el tundidor de paños Benedicto, oficial del maestro Bartolomé, que los recogió de labios del franciscano; editados por L. Bianchi (Siena. 1880-1888).
Sustancialmente fueron pronunciados en el Campo de Siena en 1427, y forman por sí solos un ciclo importante, como documento de la moral cristiana y como testimonio de la vida social de su tiempo. La versátil naturaleza de Bernardino, su actitud para sus hermanos en Cristo, su sonriente bondad, se manifiestan de lleno en las pláticas que en la plaza pública dirige a los fieles; su lengua es tersa y amable; y su agudeza abunda en observaciones precisas y hasta punzantes, inspiradas siempre en el bien de quienes escuchan y en la íntima persuasión de su corazón. La tendencia inmediata y toda ella moral de la ejemplificación hace surgir cuadritos narrativos, escorzos improvisados, felicísimas interpelaciones a los presentes; de aquí nace una prosa eficaz y sostenida, aunque familiar, sin parangón en el cuadro de la literatura de la época. Entre los más famosos de sus sermones está aquel en que muestra cómo el que lleva la buena semilla y la difunde en el corazón de los hombres es un verdadero pescador de almas, e indica el mal de la «punta de la lengua, cosa mala y peligrosa».
Bellísimos, entre los ejemplos, el de la mosca caída sobre la buena pasta (a propósito de la detracción y de la maledicencia); y entre las referencias históricas,, la de los güelfos y los gibelinos. Entre las ocurrencias con que San Bernardino ornaba su decir con gracia verdadera y singular está el de «requiescat in pece» [en la pez] en lugar de «in pace», dicho por ciertos pecadores. Son también notables por el vigor de la expresión los cincuenta sermones de Siena de 1425, que han llegado a nosotros en una doble redacción, una latina y otra italiana, inéditos, excepto algunos, hasta hace pocos años; por su influencia en las leyes del Municipio de Siena constituyen el inmediato antecedente de los de 1427. Se deben recordar junto a estos sermones los que constituyen los Cuaresmales de Florencia (v.).
C. Cordié
En la historia de las Letras, el nombre de San Bernardino aparece como el de un inspirado orador y narrador, lleno de alegría cristiana. (F. Flora)