[Predigen]. De los escritos del célebre místico dominico Meister Johannes Eckhart (hacia 1260-1327), son los Sermones lo más importante, porque en ellos se manifiesta mejor el fondo de su pensamiento que en los escritos teóricos, en lengua latina, en los que se recubre con una pesada envoltura escolástica. Los Sermones fueron dedicados a Estrasburgo y a Colonia, donde Meister Eckhart predicó hasta su muerte.
En ellos se enseña la doctrina mística de la profunda unidad del alma con Dios: cuando el alma consigue imponerse el silencio ante el tumulto múltiple, interno y externo, poniéndose frente a frente consigo misma, descubre que ella forma una unidad con Dios, con el Dios Eterno y Uno, que es a la vez la eterna Nada, ya que es anterior a todas las criaturas finitas y determinadas. De aquí se desprende una doctrina de total quietismo: el vértice más elevado de la vida mística estriba en este absoluto abandono del alma a Dios, y el alma que lo alcanza no tiene necesidad de obrar, porque es ya santa y divina, ni tiene que pedir nada a Dios, porque el pedirlo representaría separarse de Él. Bajo el velo de una aparente ortodoxia, se aparta totalmente del Cristianismo: el horizonte- de Eckhart es más bien budista, védico y neoplatónico, que cristiano; Cristo, reducido a palabras, queda en realidad eliminado por completo. Y con ello llega también a un panteísmo en la idea de una divinidad que actúa en el universo haciendo partícipe de su ser a la totalidad de las criaturas. El universo aparece, por lo tanto, como un proceso de desenvolvimiento divino: del Padre se engendra el Hijo, sistema de las ideas eternas, Verbo que se convierte en acción, y, a la vez, hace brotar el mundo en el que adquieren existencia las ideas contenidas en el Verbo; Dios y el mundo, después, convergen en el amor del Espíritu Santo.
Una distinta interpretación de las teorías de Eckhart dieron, en cambio, algunos investigadores, como Denifle, De Wulf y Vernat, los cuales consideran los Sermones como la obra más apasionada pero no la más representativa del maestro, apoyándose más bien en los escritos latinos (v. Obra tripartita). Ellos niegan que haya panteísmo en Eckhart y ven solamente en él un especial calor, con el que el místico alemán vino a expresar ideas ya existentes en el pseudo- Dionisio, en San Agustín, en San Bernardo, en Hugo de San Víctor y en el propio Santo Tomás. El quietismo de Eckhart es también negado por estos mantenedores de su ortodoxia, según los cuales el maestro no excluía la acción, sino tan sólo el objeto finito de la acción, el acto limitado en sí mismo.
A. Tilgher
Eckhart es el manantial de aquella «Verinnerlichung» absoluta, en que se concentra y resuelve al mismo tiempo la totalidad del sentimiento y de la vida religiosa por un gran alemán de nuestro tiempo. (Du Bos)