Obra exegética de San Gregorio, obispo de Nissa (335-395), que la escribió en 379 para completar las 9 homilías dedicadas por su hermano San Basilio a la creación (v. Hexamerón), desarrollando el detalle de la creación del hombre. Ilustrando el relato bíblico (Génesis, I, 16, ss.), Gregorio de Nissa hace alarde de su inmensa erudición científica y filosófica, sacando elementos también de las análogas especulaciones del judío neoplatónico Filón, al que sigue, con mayor disciplina, en el método alegórico de interpretación. De manera que el resultado es una exposición del relato bíblico en términos de filosofía aristotélica y platónica que será valorizado ampliamente en el siglo IX por Escoto Eriúgena.
Es en esta obra, en la que se desarrolla la distinción filoniana entre el hombre «celeste», creado a imagen de Dios, puro «tipo» de hombre, ni macho ni hembra, que incluye a toda la humanidad, por su inmutable esencia, y el hombre «terrenal», mutable, de distintos sexos, objeto de la experiencia, que se presentó a la realidad sólo en la previsión del pecado original. Y también en esta obra se presenta la materia como la unidad de las calidades por sí mismas inmateriales. Por lo demás, se afirma, según el acostumbrado esquema de los Padres cristianos, la íntima conexión entre el alma y el cuerpo, razón metafísica del dogma de la resurrección final de los cuerpos transfigurados y renovados.
M. Bendiscioli