[Gótter, Helden und Wieland]. Farsa escrita en el otoño de 1773 casi al mismo tiempo que El Sátiro (v.). Esta farsa, en la que los personajes, Mercurio, Eurípides, Alcestes, Admeto, discuten con Wieland, tiene por tema de una manera especial el drama de éste, en cuya defensa ya había escrito cinco cartas en el primer número del Deutscher Merkur (v.). La pretensión de Wieland de erigir en modelo contra Eurípides su propio helenismo, elegante y gracioso, molestó a Goethe, que desahogó en esta acerba sátira su indignación. Pero a pesar de que él mismo cambió de opinión sobre el problema de la adaptación del personaje clásico a la época moderna, y por tanto de una necesaria modificación de caracteres, desde un punto de vista de crítica mordaz tiene verdaderamente un valor positivo.
Goethe revela aquí por vez primera su gran visión de lo clásico entendido en un sentido substancialmente humano-divino, fuera de la discusión estética, en la que hasta entonces había tomado parte con Winckelmann. Había intuido, a través de la concepción grandiosa de Herder, la «fuerza» que se desprende de un Shakespeare, o de un Eurípides, y que él siente ahora formarse y crecer titánicamente en él hasta la paradoja de Prometeo (v.). Esta farsa, que en sí no es de gran importancia es, con todo, un síntoma del cambio de siglo personificado «n alemania por el gran poeta.
El público tributó una gran acogida a su aparición; la generación de los viejos se puso a favor de Wieland, y los más jóvenes ensalzaron a Goethe; Lessing y Nicolai no entendieron la genialidad de la nueva concepción mientras que el viejo Bodmer la sostuvo. Wieland supo capear la situación con elegancia, aludiendo al libelo, en su revista, como «una obra maestra de burla e ironía sofística», consiguiendo de este modo desarmar a Goethe, que luego le profesó gran amistad hasta la muerte.
G. Federici Ajroldi