[Théâtre de Clara Gazul]. Ocho composiciones dramáticas, aparecidas en 1825 como obra de Clara Gazul, actriz-autora española: el autor era sin embargo Prosper Mérimée (1803-1870). Libertad fantástica y formal, despreocupación moral, intensidad de pasiones y de colores, caracterizan a las composiciones, fruto caprichoso y notabilísimo de los primeros tiempos del teatro romántico francés.
Copiosa imitación de los autores españoles, frecuentes alusiones a Shakespeare; pero el espíritu sarcásticamente irreligioso y libertino es setecentista, y el desdén artístico recuerda a Stendhal. Los españoles en Dinamarca, en tres jornadas, es un episodio de historia reciente, tratado con espiritual desenvoltura, a pesar de su atmósfera romántica. Una mujer es un diablo y Cielo e infierno son dos bocetos de un atrevimiento volteriano. El amor africano es una breve escena toda color, cálida de pasión. Inés Mendo (en dos partes: El prejuicio vencido y El triunfo del prejuicio) es de carácter más abiertamente sentimental, por su novelesco asunto. La ocasión, también audaz por el asunto (dos muchachas enamoradas de un joven sacerdote), tiene melancolía poética y finura psicológica. Más característica y muy feliz es La Carroza del Santo Sacramento: la Perrichola, comedianta en Lima, amante del virrey del Perú, obtiene de éste su magnífica carroza, y se hace llevar a una función religiosa, con gran escándalo de las damas y de todo el mundo.
Luego, con imprevista inspiración, regala la carroza a la iglesia para las necesidades del culto, ganándose con ello el admirado reconocimiento del obispo. La anécdota, tan setecentista, está desarrollada con gran brío, y la comedianta es una figura endiablada, agudísima.
V. Lugli
En el teatro como en la novela, en el cuento, en el fragmento de crítica o de historia, su estilo tiene siempre la misma especie de elegancia de los trajes restregados con papel de lija según el método de Brummel. (Du Bos)
* De aquí está tomada muy libremente la obrita La Périchole de Henry Meilhac y Ludovic Halévy (1834-1908), musicada por Jacques Offenbach (1819-1880), y estrenada en París en 1868, que no es ciertamente una de las mejores obras del autor de Orfeo en el Infierno (v.).