Teatro de Cankar

[Gledališka dela]. Iván Cankar (1876-1918), el más grande y fecundo escritor esloveno moderno, es un autor dramático originalísimo. En su primera pieza escénica, Almas románticas [Romantične duse], compuesta en 1897 y publicada en 1922, Mlacar y Pavía, con sus aspiracio­nes a una vida de belleza superior, repre­senta uno de los motivos predominantes del teatro cankariano.

Jakob Kuda (1900) es un drama social y satírico, dirigido contra las depravaciones de la vida pública y fami­liar de los eslovenos. Jakob, con su vida licenciosa, ha provocado la muerte de su mujer y querría evitar la quiebra de su casa dando su hija al viejo Bros, pero la crisis interna lo impulsa al suicidio. Más encar­nizada resulta la lucha del autor contra la corrupción pública en la movida comedia Por el bien del pueblo [Za narodov blagor, 1901], en la que dos personajes, Grozd y Gruden, luchan innoblemente en el campo político, tratando de ganarse la buena volun­tad del influyente, pero poco enérgico Gornik.

En el Rey de Betainova [Kralj na Betaynovi, 1902], drama que recuerda los Es­pectros (v.) de Ibsen, el casi superhombre nietzscheano Jozef Kantor está en lucha con elementos del pueblo, que no pueden sufrir su yugo. El tirano se apoya en el párroco y en el juez, dispuestos a sacrificar los valo­res morales para cooperar en la oscura polí­tica del poder central que tiene todo su inte­rés en oprimir al pueblo esloveno; su lógica es la de la fuerza y la violencia, hasta el punto de creerse un instrumento del destino: en vano le combate el desafortunado héroe Maks, símbolo de la justicia y de la némesis, que lo mismo que su pueblo es dema­siado débil frente al criminal y al poderoso. El escándalo del Valle de San Florián [Pohujšanje v dolini Šentflorjanski, 1908] ridiculiza en forma de farsa la hipocresía mez­quina de la burguesía eslovena, incapaz de comprender las aspiraciones artísticas de Peter y de Jacinta.

La trágica suerte de los eslovenos, víctimas de una opresión mile­naria, llena de humillaciones y de bajezas, está representada en los Siervos [Hlapci, 1910], sombrío cuadro de la sofocante at­mósfera en que los eslovenos se debaten y se destrozan entre sí. La hermosa vida (v.) es el poema dramático del vago deseo de las almas nobles (Vida, Milena, Dioniz, Polja- nec), para llegar a una existencia más ele­vada y más pura, inalcanzable en la vida real. Nioba (1908) debía ser el drama de la madre eslovena que pierde a sus hijos, pero sólo ha quedado un fragmento. Trad. ita­liana del drama Rey de Betainova de B. Calvi (Turin, 1929).

A. Budal