Aunque algunas piezas teatrales del autor español Azorín (pseudónimo de José Martínez Ruiz, 1873-1967) han sido ya comentadas particularmente, dedicamos ahora un artículo a toda la producción teatral del autor.
Ésta comprende los siguientes títulos: Old Spain (v.), Brandy, mucho brandy, Comedia del arte, Lo invisible, El clamor, Angelita (v.), Cervantes o la casa encantada (v.) y Judit, publicados en dos volúmenes dentro de la colección de «Obras Completas», en Madrid, en 1929 y 1931. El segundo volumen lleva un estudio preliminar de G. Díaz-Plaja sobre el teatro de Azorín. La labor teatral de Azorín empezó en 1926, irrumpiendo con unas formas de teatro nuevo y personal, en el que, como reconoce el mismo autor y señalan los críticos (entre éstos Díaz-Plaja), todo se halla supeditado a la acción y al dinamismo. De hecho todo reside en el diálogo, hasta el punto de que las situaciones escénicas, o sea la plástica teatral, surge de las palabras y es generada por ellas.
Así no puede parecer extraño la presencia de temas abstractos, como la preocupación de la muerte que aparece en Lo invisible o los cambios de tiempo que encontramos en Angelita, que en un momento dado pasen en la escena dos años, o en Cervantes o la casa encantada, en que se da un salto de cuatro siglos. (El problema del tiempo constituye quizá la constante más definida de la obra de Azorín y está presente en muchas de sus obras: la preocupación del tiempo que pasa, su esfuerzo por «actualizar» lo pretérito hasta conseguir que sintamos la sensación viva de lo que pas6 en el tiempo, etc.). Como observa Díaz-Plaja, en el teatro de Azorín hay siempre uno o dos personajes que se mueven en el terreno de lo suprarreal, que prosiguen su monólogo interior, frente a los que viven conscientes de la realidad, formando un contraste de gran eficacia literaria, semejante al del cómico y del héroe de nuestra literatura clásica. Azorín aprovecha las posibilidades que ofrece el surrealismo sin que por ello signifique que preste al movimiento una adhesión total.
Para él, «superrealismo» significa sencillamente «superación de la realidad», la posibilidad de aprovechar profundas intuiciones, posibilidades de relaciones entre sensaciones y palabras, etc. Oíd Spain, estrenada en 1926 y traducida con posterioridad al inglés, es «un autorretrato espiritual de Azorín». La atmósfera irreal, de ensueño y de maravilla la hallamos en Brandy, mucho brandy, estrenada en 1927. Esta obra además trata también el problema del tiempo al presentarnos en escena a un difunto, que aparece primero en el período de su vejez y luego en el de la mocedad, técnica de tratar el problema del tiempo semejante a la que empleará después Priestley en La herida del tiempo y Llama un inspector, con lo que Azorín se adelanta, en cuanto a soluciones técnicas, en muchos, años al teatro europeo. Comedia del arte, estrenada en 1927, traslada esta relatividad del tiempo al espacio, al presentarnos a los actores que hacen teatro en la escena, con lo que nos quiere dar a entender la equivalencia y relatividad de la vida y de la farsa.
Es el mismo tema de El gran teatro del mundo (v.) de Calderón, pero visto desde un ángulo moderno. Debido a todo esto, se ha hablado con frecuencia y se ha afirmado que las obras teatrales de Azorín no son otra cosa que autos sacramentales modernos, por cuanto tienen una técnica parecida a ellos, presentan bajo forma alegórica una serie de preocupaciones o ideales, si bien, como es lógico, lo resuelven desde el punto de vista moderno. Lo Invisible es una trilogía alegórica, estrenada en conjunto en 1927 y constituida por las siguientes obras: La arañita en el espejo (estrenada en 1927 en Barcelona), El segador (estrenada en 1927 en Santander) y el Doctor Death, de 3 a 5 (estrenada también en Santander el mismo año). En ella nos presenta a la Muerte, que es en realidad la protagonista, en forma de una hermosa mujer, que nos hace recordar el Orfeo de Cocteau. Respecto a esta obra, se ha hablado de influencia de Maeterlinck, influencia que Díaz-Plaja, en el estudio preliminar, rechaza decididamente.
En El clamor, escrita en colaboración con Muñoz Seca, Azorín nos presenta un caso anecdótico, que tiene muy poco que ver con su obra general y que escapa de las características de su teatro. Angelita, al igual que Cervantes, desarrolla el tema del tiempo que da lugar a situaciones maravillosas: en la primera mediante un anillo de gran poder y en la segunda mediante un elixir que da lugar al encuentro entre Víctor Brenes y Cervantes, cuatro siglos después de la muerte de éste. Judit, que parece que no se ha representado, desarrolla el tema bíblico situado en el momento actual: en ella Holofornes es el presidente del consejo de ministros, el pueblo amenazado, la clase obrera, etcétera. El teatro de Azorín significa no sólo un esfuerzo considerable, sino que además posee valores que por desgracia han sido olvidados.