La Rosa Blanca, Félix Lope de Vega Carpió

Poema en octavas reales del gran poeta español Félix Lope de Vega Carpió (1562-1635), publicado en 1624 con La Circe (v.) (La Circe con otras rimas y prosas. Madrid, 1624), y compuesto en honor de doña María de Guzmán, hija del Conde-Duque de Olivares, que osten­taba en su escudo una rosa blanca. Esta dedicatoria viene, pues, a ser el comple­mento de la de La Circe al propio Conde- Duque.

Lope se dirige así a doña María: «Aunque temo, ilustrísima María, / que ha de juzgarse a error mi atrevimiento, / por­que es dar ley al tiempo, luz al día, / a las flores color, alas al viento, / perlas al mar, y al alba que las cría, / rayos a Amor, presteza al pensamiento, / oro al planeta de la cuarta esfera, / dar rosas a la misma primavera». Lope da a su obra la forma y el carácter del poema mitológico. La historia de la propiamente llamada rosa blanca ocupa muy poco lugar, y en cambio, hallamos numerosos episodios sobre los amores de Venus, su casamiento con Vulcano, sus amores con Marte, la venganza de aquél, etc. Siguen las bodas de Temis y Peleo, el lanzamiento de la manzana de la discordia, el juicio de Paris en el monte Ida. Manda éste desnudar a las tres diosas: «Paris, sabiendo el celestial decreto, / mandólas desnudar; Juno, turbada, / fue en pura nieve de la vista objeto / deponiendo la túnica estrellada; / Palas dejando el ace­rado peto, / morena se mostró, pero labra­da / en pardo mármol de Lissipo o Fidia, / modelo al arte y a la nieve envidia. / Ve­nus en proporción como en belleza / un campo de cristal, con tan sutiles / líneas de azul, que la naturaleza / quiso que hu­biese mapas de marfiles».

Sigue luego el episodio de los amores con Adonis. Pero si la rosa encarnada nace, como era propio en la fábula, de la sangre de Venus al ir a recoger a Adonis herido entre las matas de espinos («De aquella sangre procedió la rosa»), la rosa blanca proviene de la ninfa Amarilida, de quien Júpiter se ha enamorado y a quien Juno, por envidia, convierte en nieve. En la descripción de la belleza de la ninfa, los críticos han visto el retrato de doña Marta de Nevares, enamo­rada de Lope.