La Reina de Saba, Karl Goldmark

[Die Kónigin von Saba]. ópera en cuatro actos de Karl Goldmark (1830-1915), sobre libreto de S. H. Mosenthal, estrenada en Viena en 1875.

La acción se desarrolla durante la visita bíblica de la reina de Saba al rey Salomón. Assad, joven favorito del rey y prometido de Sulamid, hija del gran sacerdote, se ha ena­morado de la reina con sólo verla. Aunque el joven no demuestre afecto por su prome­tida, Salomón dispone que las bodas se ce­lebren. Pero la reina, celosa, después de acabar de fascinarle en un coloquio noc­turno, aparece en el templo en el momento en que está a punto de celebrarse la boda. Assad, casi loco, huye del altar maldiciendo a Dios y a la religión.

Las súplicas de Sulamid obtienen para él que la condena a muerte sea conmutada por el destierro. Mientras Assad vaga por el desierto, la Reina, que le ha seguido, se le presenta una vez más, pero él rechaza a la seductora. Después muere, abrazando a Sulamid, que se le ha reunido. La música es de valor artístico bastante desigual. Goldmark, aun siendo uno de los pocos músicos alemanes de aquella época que conservaron su inde­pendencia con respecto a Wagner, sufrió también cierta influencia de éste, sin aco­ger el espíritu de su reforma, pero imitan­do de ella algunos elementos, sobre todo los recitativos.

La entonación general de la ópera se resiente, en sus partes mejores, de la tradición musical alemana, con referen­cias a Schumann y a Brahms. La melodía es cálida y fluyente, muy vivo el color or­questal; no faltan moderados orientalismos. La ópera está considerada como la obra maestra de Goldmark.

M. Dona