[Le Chevalier au cygne]. Poema medieval francés, que forma la parte de más acusada fantasía y más característica de un ciclo en torno a la primera Cruzada. A ésta se refieren más concretamente, y con discreta fidelidad a la historia, la Canción de Antioquía y la Canción de Jerusalén, compuestas indudablemente la primera y quizás también la segunda, la una alrededor de 1139 y la otra posteriormente, por Richard le Pélerin, pero que sólo ha llegado a nosotros en la refundición de Graindor de Douai (principios del siglo XIII). Otros poemas se añadieron después, de asunto fabuloso a inventados muy libremente, encaminados especialmente a celebrar el origen de la familia del héroe de la primera cruzada, Godofredo de Bouillon. He aquí el argumento que el ciclo desarrolla: un rey de Hungría, Lotario, contrae matrimonio con Elioxa, una bellísima joven a quien ha encontrado casualmente yendo de caza. De este matrimonio nacen, mientras Lotario está ausente, en guerra contra un rey pagano, siete hijos, seis varones y una hembra. Los varones son, por un encantamiento y por la maldad de la abuela, que no amaba a la bella nuera, metamorfosea- dos en cisnes. Pero, más tarde, cinco de ellos pueden, con la ayuda de su hermana, recobrar su forma humana, mientras que el sexto sigue siendo cisne. Habiendo crecido, parten un día en busca de aventuras, y uno de ellos, el mayor, Hélias, llamado «el caballero del cisne», embarca en una navecilla conducida por su hermano cisne, y llega a Nimega, donde el emperador está haciendo justicia a una ilustre dama, la señora de Bouillon, contra un usurpador.
El caballero del cisne se ofrece como campeón, vence y mata en terrible lucha al enemigo de la dama, y luego se casa con la hija de ésta, Beatriz, la cual, sin embargo, no deberá nunca preguntarle su nombre. Pero transcurridos ocho años de matrimonio, cuando ya tienen una hija, Ida, la esposa no resiste a la curiosidad y hace la pregunta fatal. Después de esto, el caballero misterioso no puede seguir con ella, y vuelve a partir en la navecilla conducida por el cisne. Este es el asunto narrado en el Caballero del Cisne y repartido entre dos poemas: Elioxa, o el nacimiento del caballero del cisne [Élioxe, ou la naissance du chevalier au cygne] y El caballero del cisne, con variantes de episodios, nombres y títulos de texto a texto. Tal vez un error lingüístico es el origen de la bella leyenda: le chevalier au cygne no sería otro que «le chevalier au signe», el caballero de la señal, el señalado con la cruz, el cruzado. De cualquier modo, la leyenda tuvo gran difusión, especialmente en alemania, y es popularísima por el drama wagneriano Lohengrin (v.). Siguen Mocedades de Godofredo [Enfanees Godefroy]. Del matrimonio de Ida con Eustacio de Boulogne nacieron tres hijos, Eustacio, Godofredo y Baldovino, que la madre tiene destinados a las mayores fortunas. En La Meca, en Oriente, una hechicera lee en las estrellas el anuncio de la llegada de los cristianos a las tierras musulmanas y las empresas de Godofredo y de sus hermanos, causando el espanto entre los sarracenos. Uno de éstos, Cormemonant, viene a Europa para salvar a su patria matando a Godofredo; pero le ve, le admira, lo mismo que a su corte, y regresa a Oriente lleno de admiración por los cristianos. Sigue la Canción de Antioquía [Chanson d’Antioche], en la cual se narra el desgraciado viaje de Pedro el Ermitaño a Oriente, y luego, más largamente, la heroica expedición de Godofredo de Bouillon hasta la entrada de los cristianos en Palestina. Entre los guerreros que acompañan a Godofredo, cuya sabiduría se hace resaltar a menudo, se encuentran su hermano Baldovino, Tancredo y otros que combaten con valor. En la Canción de Antioquía se dan a un tiempo el interés histórico y literario, y en verdad figura entre los mejores cantares de gesta.
Entre ésta y la Canción de Jerusalén debe colocarse la Canción de los Miseros [Chansoii des Chétifs], que relata un hecho fantástico, en el cual aparecen seis caballeros, únicos supervivientes del ejército con el cual Guillermo IX de Poitiers, gran señor y trovador provenzal, partió en seguimiento de Pedro el Ermitaño; fracasada la expedición del santo monje, los seis caballeros consiguen llegar a Palestina, después de una serie de luchas contra dragones, serpientes y quimeras. Finalmente, en la Canción de Jerusalén \Le Chanson de Jérusalem], en el valle de Josafat, a la vista de la santa ciudad de Jerusalén, los cristianos comienzan a combatir con los paganos, animados por la palabra de Pedro el Ermitaño, que con su ardor de peregrino estimula a los guerreros. El poema del Tasso parece haberse inspirado, al menos en algunos episodios, en esta canción. En una compilación de principios del siglo XIV, que recoge todo este asunto, se incluye un poema, Baldovino de Sebourg [Baudoin de Sebourg], predominantemente cómico y realista, alejado por completo de la verdad histórica. El hermano de Godofredo es el héroe de las más embrolladas y descabelladas empresas y aventuras.
C. Ciordini
* La misma leyenda ha inspirado asimismo El Caballero del Cisne [Der Schwanritter] del poeta alemán Konrad von Würzburg (1220?-1287), en el que se narra la saga de Lohengrin (v.) independientemente de la Historia del Graal (v.) y de la versión que encontramos en el Perceval (v.) de Wolfram von Eschenbach. Ante la corte del emperador Carlos, en Nimega, la duquesa de Brabante (viuda del duque Gotfrid) y su hija presentan una acusación contra el duque de Sajonia, que ha atentado contra los derechos de las dos damas. De pronto aparece en el mar un cisne que remolca una barquichuela en la que duerme un caballero. Éste es acogido alegremente por Carlos y su corte, y ya que el duque de Sajonia exige el juicio de las armas en su querella con la duquesa de Brabante, el desconocido caballero asume la parte de ésta y vence al sajón. Sigue el casamiento de Elsa de Brabante con el caballero del cisne, con la condición, impuesta por éste, de no ser nunca interrogado sobre su persona ni sobre su origen. Tal condición es observada durante un tiempo por la mujer, pero al fin ésta hace a su marido la fatal pregunta, y Lohengrin, entre el dolor y la tristeza de todos, debe despedirse de su amada y seguir al cisne que ha vuelto a buscarlo. Para este poema, el autor se ha servido de un original francés del cual depende también el poema del ciclo de Godofredo (v. más arriba). Las otras dos principales redacciones alemanas (fuera de las modernas) de la saga de Lohengrin son el breve episodio que cierra el Parsifal de Wolfram von Eschenbach y el poema de tono popular titulado Lohengrin.
M. Pensa
* En España, la historia del caballero del Cisne se inspira en una leyenda épica, cuyo objeto fue explicar los orígenes de Godofredo de Bouillon, el primer rey de Jerusalén. Sobre el tema folklórico de la suegra calumniadora, popularizado modernamente en muchas consejas, se compuso a fines del siglo XII o a principios del XIII un cantar de gesta francés, que fue prosificado, junto con otros poemas épicos franceses del ciclo de las cruzadas, en la Gran Conquista de Ultramar (v.). Este cantar era distinto de los que se han conservado en francés sobre el mismo tema, y se distingue, a través de la prosificación castellana, por la gracia ingenua de sus episodios, en franco contraste con la pesadez de la mayor parte de los relatos que componen la Gran Conquista de Ultramar. Según esta leyenda, la infanta Isomberta dio a luz de una vez a siete niños. Su suegra, que la odiaba mortalmente, comunicó al conde, su hijo, que Isomberta, había dado a luz a siete podencos. Las cartas del conde fueron falsificadas por la mala suegra y se dispuso que los niños fueran muertos, pero esta orden no se cumplió. Abandonados en un monte, los niños fueron criados por una cierva y educados por un ermitaño, que iba a pedir limosna con seis de los hermanos. Reconocidos por su abuela, fueron aprisionados los niños, e iban a darles muerte. Cada uno de ellos llevaba en el cuello un collar, que al momento de nacer les había colocado un ángel, y al írselo a quitar, para matarlos, los seis niños se convirtieron en cisnes y fueron a refugiarse en un lago, cerca de la ermita donde vivían el ermitaño y el hermano que no había perdido la forma humana.
Su abuela ordenó que se fundiesen los collares para hacer con ellos una copa, pero el platero que había de ejecutarla, la hizo con un solo collar y guardó los cinco restantes. El conde Eustacio regresó de la guerra y ordenó que se hiciese contra su esposa la justicia que solía hacerse contra las adúlteras. El hijo del conde que había conservado la forma humana, defendió a su madre en combate judicial y venció al acusador. La madre del conde fue emparedada; los niños recobraron su primitiva forma al serles puestos los collares que no habían sido fundidos y el que quedó sin collar, continuó en forma de cisne, y acompañaba al hermano, campeón de su madre, en todos los combates. De ahí el nombre que dieron a éste de Caballero del Cisne, el cual tenía el privilegio de vencer en todas las batallas que libraba a favor de dueña inocente. Una de las damas que defendió fue la duquesa de Bouillon, falsamente acusada por el duque de Sajonia. El Caballero del Cisne casó con Beatriz, la hija de la duquesa, y de este matrimonio nació Ida, que casó con el conde Eustacio de Bolonia, de cuya unión nació Godofredo de Bouillon. El final de esta historia es muy conocido, a causa del drama musical de Ricardo Wagner, Lohengrin, inspirado en la versión alemana de esta leyenda. El Caballero del Cisne ordenó a su esposa que no le preguntara nunca su nombre ni de qué tierra era, pero aquélla no pudo reprimir su curiosidad, y al hacer las preguntas vedadas, su esposo se separó de ella y se alejó en la barca tirada por el cisne. Tal es, reducido a esquema el argumento de la Historia del Caballero del Cisne, que ocupa los capítulos 47 a 142 en la edición Gayangos de la Gran Conquista de Ultramar. Dichos capítulos fueron publicados de nuevo en 1914 por Emeterio Mayorriaga. Es probable que esta historia haya penetrado en España, al compilarse aquella extensa crónica, lo que no pudo ser antes de 1295, fecha de la continuación del Román d’Eracle una de sus principales fuentes. La edición de La Gran Conquista, hecha en Salamanca en 1503, a pesar de que la atribuye a Alfonso X (f 1284), es la única copia de esta obra, que contiene un pasaje relativo a la disolución de los Templarios, ocurrida en 1312. Puede verse bibliografía sobre los poemas épicos referentes a las cruzadas en Riquer, Los Cantares de Gesta, 334- 37, y sobre la Gran Conquista de Ultramar y sus componentes, en Bohigas, Historia General de las Literaturas’ Hispánicas, I, 525.
P. Bohigas Balaguer