[Der Zauberlehrling]. Balada, alemana de Wolfgang Goethe (1749-1832), compuesta en 1797. El discípulo de un mago, pronunciando una fórmula mágica, transforma una escoba en ser humano a quien ordena ir a buscar agua para llenar la bañera; pero olvida la fórmula necesaria para que cese el encanto y el criado embrujado continúa impertérrito trayendo agua, provocando una serie de complicaciones e inundando la casa. El providencial retorno del mago devuelve la escoba a su modesto lugar y restablece el orden turbado por la insuficiente ciencia mágica del rapaz. La balada, que pertenece al tercer período de la actividad de Goethe, cuando, superado su juvenil «Sturm und Drang» (v.) ordenó su pensamiento según las armoniosas y serenas formas clásicas, está constituida de catorce estrofas: siete octavas alternando regularmente con siete sextinas, respectivamente de ritmo distinto. Los primeros cuatro versos de las octavas están formados por cuatro troqueos y los últimos de tripodias trocaicas catalécticas en el sexto y octavo verso, y tienen rima alterna. También las sextinas, formadas de troqueos, tienen rima alterna en los primeros cuatro versos y repiten al cerrar la estrofa la rima del primero a la que se añade un verso no rimado. Así la vuelta continuamente mudable de la poesía se adapta perfectamente al tema que fue tratado ya por el poeta en otra balada, El buscador de tesoros, recogido aquí con tono satírico más insistente. [Trad. española de R. Cansinos Assens (Madrid, 1948)].
O. Lennovari
* La balada de Goethe inspiró El aprendiz de brujo [L’apprenti sorcier], poema sinfónico en forma de «scherzo» de Paul Dukas (1865-1937), estrenado en París en 1897. Es una de las más populares páginas sinfónicas de la música contemporánea y debe su extraordinario éxito al hecho de que, aunque extraída de elementos descriptivos sugeridos por la trama poética de Goethe, su fuerza expresiva se sostiene en una férrea construcción en forma de «fuga»: el ritmo irónico de la partitura de Dukas. su espíritu endiablado y su asombrosa instrumentación superan completamente la tesis literaria. El original tema de la escoba (expuesto por primera vez por tres fagotes), viene repetido, en todos los «modos», infinitas veces y bajo innumerables aspectos, en una rutilante vestimenta orquestral donde están pintados los borbollones del agua, el creciente espanto del discípulo imprudente, y sus gritos de socorro. La «fuga» está encerrada entre dos episodios de carácter tranquilo. En el segundo surge, para aclarar la trama, con acentos casi schumanniartos, una dulcísima frase conciliadora.
E. M. Dufflocq